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21 Julio 2009

Psiquiatría

Depresión en embarazadas genera trastornos del sueño en los hijos

Aunque hay muchos factores ambientales y sociales que pueden influir en el comportamiento y el dormir de los niños, este estudio es un paso importante hacia la caracterización de la influencia de la depresión materna.

Los trastornos depresivos mayores (TDM) se asocian con importantes alteraciones del sueño, como latencia prolongada, disminución del tiempo total de sueño, aumento de vigilia y, problemas en las etapas del sueño REM y no-REM. Aunque los resultados son más ambiguos en niños y adolescentes con TDM, varios estudios han demostrado la aparición de insomnio e hipersomnia en los primeros estadios de la condición. Son evidentes también ritmos circadianos débiles y una mala sincronización de los ciclos electroencefalográficos. Existen pruebas de que los disturbios del sueño en la infancia pueden ser antecedentes de la alteración afectivo-conductual, especialmente en niños con historial familiar de depresión.

Docentes de los departamentos de Psiquiatría y Pediatría de la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, evaluaron si las mujeres embarazadas con periodos de depresión durante los nueve meses de gestación tenían más posibilidades de tener hijos con problemas de sueño durante las semanas siguientes al alumbramiento y hasta seis meses después. En los hogares se realizaron actigrafías durante 7 días consecutivos a partir de las 2 semanas y hasta 6 meses de edad de los niños. Se consideraron dieciocho recién nacidos de término, 9 hombres y 9 mujeres. Siete eran de mujeres sin historia de depresión y 11 de mujeres con depresión o síntomas de depresión.

Finalmente, el tiempo total del sueño, latencia y eficiencia del sueño, y el número y la duración de los episodios de sueño se calcularon para el dormir de día y noche en bloques de 24 horas. Los datos fueron codificados para el grupo de riesgo (1 = bajo riesgo, 2 = alto riesgo), y los análisis multivariados de varianza contrastaron los cambios en las medidas de sueño en las semanas 2 y 24, entre los grupos de riesgo. Los recién nacidos de alto riesgo tomaron más tiempo en dormirse, tuvieron una menor eficiencia del sueño, y presentaban más alteraciones de sueño en la noche que los lactantes de bajo riesgo. Estos efectos persistieron a los 6 meses post-parto.

En conclusión, la depresión materna se asoció con importantes trastornos del sueño en la infancia entre las 2 y 24 semanas. Queda por determinar si la alteración confiere un mayor riesgo de desarrollar depresión de inicio temprano en los hijos.

Fuente bibliográfica

Sleep. 2009 May; 32(5): 693-696

Ciencia y Medicina

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