Implante reactiva médula espinal
El sistema incluye un dispositivo para regular la presión sanguínea evitando perder el conocimiento cada vez que esté en posición vertical.
La atrofia multisistémica es un trastorno neurodegenerativo esporádico (AMS-P) de aparición en la edad adulta que se caracteriza por rasgos parkinsonianos o cerebelosos y por un fallo autonómico se manifiesta en forma de hipotensión ortostática o desregulación urodinámica. Este aspecto está causado por la degeneración de las neuronas catecolaminérgicas en la médula ventrolateral rostral y una de tipo parcial de las preganglionares simpáticas en la médula espinal torácica, con la preservación de las neuronas en los ganglios simpáticos.
Dirigido por Jocelyne Bloch, neurocirujana del Hospital Universitario de Lausana y Grégoire Courtine, profesor de neurociencia de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (Suiza) un equipo de neurocientíficos desarrollaron un implante electrónico que se ubica en la médula espinal para reactivar las neuronas preganglionares simpáticas en una paciente con una hipotensión ortostática.
Estudio de caso
Una mujer de 48 años tenía una historia de cuatro años de rigidez de las extremidades, temblor en reposo en ambas manos, bradicinesia y micrografía. Estos signos motores llevaron inicialmente a un diagnóstico de enfermedad de Parkinson idiopática. La levodopa-benserazida redujo parcialmente estos signos. Varios meses después del inicio del tratamiento empezaron a aparecer espasticidad en las extremidades, hipotensión ortostática, hipertensión supina, vértigo postprandial e incontinencia. Estos signos eran compatibles con una atrofia multisistémica de tipo parkinsoniano.
Como consecuencia de un síncope que se produjo en los 60 segundos siguientes a la bipedestación, quedó postrada en cama. La adición de medidas conservadoras incluyendo el cruce de piernas y el uso de medias de compresión, no fue suficiente para prevenir estos episodios.
Se le implantó un sistema de estimulación de la médula espinal que mejoraba la caída de la presión sanguínea cuando adoptaba una postura erguida y a los tres meses era capaz de caminar más de 250 m. Este ralentizaba el desarrollo de la hipotensión después de que la paciente se pusiera de pie permitiendo que la autorregulación cerebral, se acomodara a la reducción de la presión sanguínea.
Dado que los riesgos asociados a esta intervención neuroquirúrgica parecen ser limitados y son similares a los asociados al uso del sistema para el tratamiento del dolor, este enfoque puede considerarse para el apoyo de la estabilidad hemodinámica en personas con atrofia multisistémica. El sistema ralentizó principalmente el descenso de la presión arterial durante los desafíos ortostáticos y los resultados se limitaron a ocho meses de seguimiento.
Fuente bibliográfica
DOI: 10.1056/NEJMoa2112809
