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07 Marzo 2022

Resistencia a los antimicrobianos en fase crítica

Infecciones como la neumonía y tuberculosis son cada vez más difíciles de tratar, a medida que los antibióticos pierden eficacia. Escenario es más complejo de lo que se pensaba.

Optimizar el uso de los antibióticos, aumentar las medidas de monitoreo y control de infecciones y destinar más recursos al desarrollo de nuevas drogas y tratamientos, son las tres medidas inmediatas que deben activarse para salvar vidas y proteger los sistemas de salud frente al acelerado avance de la farmacorresistencia. Se ha llegado a un punto crítico y no hay otra alternativa, concluye el estudio más completo realizado hasta ahora sobre el tema.

El análisis sistemático Carga mundial de resistencia bacteriana a los antimicrobianos, que publica recientemente The Lancet [1], asegura que las muertes causadas por el uso irracional de estos medicamentos superan al VIH/Sida y la malaria (860 y 640 mil, respectivamente).

Los resultados de la investigación son desalentadores: más de 1,27 millones de personas -y probablemente 4,95 millones- fallecieron en 2019 como consecuencia directa de la resistencia a los antimicrobianos (RAM), víctimas de infecciones comunes que antes eran tratables. Ahora, es una de las principales causas de muerte en todo el mundo.

“Los nuevos datos revelan la verdadera escala de este problema. Debemos actuar de forma urgente”, comenta Chris Murray, académico del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington y coautor del estudio que consideró 204 países.

Corregir el rumbo

El descubrimiento de la penicilina en 1928 por el bacteriólogo británico Alexander Fleming revolucionó la medicina. Los beneficios de los antibióticos impulsaron su auge en la década de 1950, pero la excesiva dependencia y uso indiscriminado en la agricultura y ganadería han tenido consecuencias.

En 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS) planteó que la RAM podría causar 10 millones de muertes en 2050 y llamó a la comunidad científica a enfrentar esta proyección, pero los esfuerzos no han sido suficientes.

“Ahora sabemos con certeza que ya estamos mucho más cerca de esa cifra de lo que pensábamos. Necesitamos aprovechar estos datos para corregir el rumbo, tomar conciencia como sociedad e impulsar la innovación, de lo contrario las consecuencias son insospechadas”, agrega Murray.

“La resistencia a los antimicrobianos es una amenaza para la salud pública y compromete severamente el avance de la medicina moderna. Hay una necesidad urgente de aumentar la inversión en investigación y desarrollo, si no es así volveremos a los tiempos en que las personas ponían en riesgo sus vidas si contraían infecciones habituales”, advirtió el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS.

Primera defensa fallida

Las infecciones de las vías respiratorias inferiores, como la neumonía, tuvieron el mayor impacto en la carga de morbilidad. Causaron más de 400 mil muertes y se asociaron a 1,5 millones. Aquellas que afectan al torrente sanguíneo, precursoras de sepsis, terminaron con la vida de 370 mil personas y potencialmente de 1,5 millones. En tanto, las intraabdominales, generalmente ocasionadas por apendicitis, condujeron a 210 mil fallecimientos directos y alrededor de 800 mil indirectos.

De los 23 microorganismos analizados, la resistencia a solo seis -Escherichia coli, Staphylococcus aureus, Klebsiella pneumoniae, Streptococcus pneumoniae, Acinetobacter baumannii y Pseudomonas aeruginosa-provocó 929 mil muertes y se asoció con 3,57 millones.

“Entre todos los patógenos, la baja susceptibilidad microbiana a dos clases de antibióticos considerados como primera defensa contra infecciones graves -fluoroquinolonas y betalactámicos- representó más de 70% de las muertes por RAM”, agrega la coautora Christiane Dolecek.

Escenario regional

África subsahariana y el sur de Asia son las zonas principalmente afectadas, mientras que la incidencia más baja fue en países de ingresos altos. Del total de muertes directas, 89.100 se registraron en Latinoamérica. En Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá y Venezuela hubo 28.300 y 109 mil asociadas a RAM. En tanto, en Bolivia, Ecuador y Perú 11% de los fallecimientos fue ocasionado por un organismo resistente a los antibióticos.

“El responsable del mayor número de muertes fue Escherichia coli, con aproximadamente una de cada seis. Este organismo se encuentra comúnmente en el sistema digestivo, pero la exposición incremental a antibióticos contribuye a que desarrolle mecanismos de resistencia. Así, infecciones comunes, como por ejemplo del sistema urinario, son más difíciles de combatir. Otro patógeno que se mantiene bajo vigilancia es Staphylococcus aureus. Se le atribuyen 15.300 fallecimientos, principalmente debido a infecciones sanguíneas adquiridas en hospitales”, detalla Gisela Robles, coautora e investigadora de la Universidad de Oxford.

Aprender de las lecciones

La OMS emitió un informe en 2017 [2] que revelaba una preocupante falta de nuevas moléculas en fase experimental para combatir la resistencia a los antimicrobianos. La mayoría de los fármacos en desarrollo son modificaciones de clases de antibióticos que ofrecen soluciones solamente a corto plazo. Existen pocas opciones terapéuticas para infecciones como la tuberculosis farmacorresistente, causante de aproximadamente 250 mil fallecimientos anuales. Lo mismo contra bacterias gramnegativas.

El camino para llegar a medicinas clínicamente aprobadas es largo y la tasa de fracasos es alta. Desde la investigación básica para identificar microorganismos que producen sustancias antibióticas, hasta los ensayos clínicos y posterior producción de fármacos, perfectamente pueden transcurrir dos décadas.

¿Qué se puede hacer? Según Gisela Robles debemos aprender de las lecciones que deja la pandemia. “Uno de los grandes logros de los últimos dos años es el compromiso con la prevención y control de infecciones, medidas básicas de higiene y campañas de vacunación. Este tipo de acciones son también necesarias para combatir la resistencia de los microorganismos. El acceso a información de manera rápida, abierta y transparente ha contribuido a combatir la COVID-19 y es esencial para monitorear el incremento indiscriminado en el uso de antibióticos”.

Referencias
[1] Antimicrobial Resistance Collaborators. Global burden of bacterial antimicrobial resistance in 2019: a systematic analysis. Lancet. 2022 Feb 12;399(10325):629-655.
[2] https://www.who.int/es/news/item/27-02-2017-who-publishes-list-of-bacteria-for-which-new-antibiotics-are-urgently-needed

Por Óscar Ferrari Gutiérrez