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29 Julio 2013

La terapia celular no detiene su revolución

Investigaciones recientes en el campo de la reprogramación celular, esta vez lideradas por un grupo de científicos españoles, han perfeccionado los métodos planteados hace muy poco por el japonés Shinya Yamanaka y que le valieron recibir el Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 2012.

El cirujano japonés Shinya Yamanaka fue, junto al biólogo británico John Gurdon, uno de los ganadores del Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 2012, gracias a su destacado trabajo en el campo genético, específicamente en la reversibilidad de las células madre o reprogramación celular. El aporte fue calificado como uno de los descubrimientos de mayor trascendencia en la historia de la medicina, dado su potencial para la aplicación clínica de la medicina regenerativa y personalizada.

La investigación abrió el camino para desarrollar una técnica capaz de transformar células adultas especializadas en células madre sin especializar. En otras palabras, a través de un complejo proceso de reprogramación, convertir a células adultas en pluripotentes, las que tienen la gran capacidad de transformarse en cualquier tipo de célula. El resultado no pudo ser otro: cayeron todos los paradigmas sobre la evolución de las células y los organismos existentes hasta entonces.

El gran mérito del médico japonés fue esquivar la cuestionada manipulación embrionaria y aún así programar células diferenciadas humanas para que volvieran a ser polivalentes, derribando los obstáculos hacia la terapia celular. Estas células sustituyen a las células madre embrionarias y eliminan el riesgo de rechazo, ya que las células madre pluripotenciales inducidas (iPS), pueden tratar enfermedades y lesiones a partir de células madre del propio paciente.

Sin dudas un descubrimiento enorme, pero en la ciencia todo es perfectible y ésta no es la excepción. Así al menos lo plantea un grupo de investigadores españoles que asegura haber encontrado una forma más sencilla y sobre todo más segura para llegar a los mismos resultados.

Testimonio científico

Yamanaka, director del Centro para la Investigación y la Aplicación de Células iPS de la Universidad de Kioto, logró que una célula adulta volviera a tener las mismas propiedades que cuando todavía estaba en el embrión, vale decir, el potencial de transformarse en cualquier tejido del organismo, revolucionando la biología moderna.

¿Cómo lo hizo? En términos sencillos añadió en la célula adulta cuatro genes (OCT4, SOX2, KLF4 y c-MYC) para hacer retroceder su reloj biológico a la etapa embrionaria y poder manipularla sin el factor “ético” de por medio. Sin embargo, la formula, de acuerdo a las últimas indagaciones, presentaría un problema, ya que el gen OCT4, descrito como el más imprescindible en este proceso, acarrearía serios riesgos de ocasionar, durante la transformación, que las células se conviertan en malignas o cancerígenas.

En este escenario surge la figura del español Juan Carlos Izpisúa, director del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona (CMRB), quien parece haber tomado el testimonio en esta posta de largo aliento, tal como lo hizo Yamanaka de manos de John Gurdon.

De acuerdo al trabajo que publica la revista Cell Stem Cell (Cell Stem Cell 12(3) pp. 275-284) la fórmula no pasa por incorporar genes que propicien la pluripotencialidad de la célula adulta, sino que alterar sutilmente el equilibrio de sus propios genes, para que los restos de pluripotencialidad que aún conserva una célula adulta tengan un rol más preponderante que sus genes de diferenciación, demostrando de paso que el gen OCT4 no es tan necesario como se postulaba.

Los esfuerzos apuntan ahora a crear células iPS a partir de fármacos que actúen sobre los genes y, posteriormente, intentar reprogramar las iPS obtenidas hacia cualquier tejido del organismo. Como las células pluripotenciales logradas por esta vía han resultado tan plásticas como las conseguidas mediante la técnica de Yamanaka, el grupo de científicos españoles adelantó que se encuentran en pleno desarrollo de un órgano complejo fabricado a partir de estas células embrionarias de laboratorio. Un nuevo avance de la terapia celular que, como los pasos dados anteriormente, asoma como increíble, casi fantástico, pero que con el transcurso de los años se han hecho realidad.