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29 Junio 2015

Estado actual de la patología neurológica

Las exposiciones de los doctores Claudia Cárcamo Rodríguez y Patricio Fuentes Guglielmetti generaron particular interés durante las XI Jornadas de neurología desarrolladas en Valdivia, Chile.

La esclerosis múltiple y las demencias fueron dos de los temas que despertaron mayor interés en la audiencia de las XI Jornadas de neurología de Valdivia, encuentro realizado en la capital de la Región de Los Ríos, bajo la dirección del doctor Marcelo Leiva Hernández, especialista del Hospital Base de la ciudad y docente de la Universidad Austral de Chile.

El encuentro, caracterizado por un enfoque multidisciplinario e inclusivo, buscó aunar criterios de manejo patológico por parte de expertos en el área, pero también definir líneas de acción temprana en la detección, diagnóstico, derivación e inicio de tratamientos por parte de profesionales de la atención primaria, por ejemplo, médicos generales y enfermeras. Lo anterior, entendiéndose como el paso inicial para alcanzar un abordaje integral de las enfermedades neurológicas que afectan a la población, algunas de las cuales van en franco y preocupante aumento. “Las demencias configuran un cuadro que siempre está de moda y siempre va a estar más de moda en Chile. En la medida que somos más viejos, más dementes vamos a tener en el país. Y como la expectativa de vida va en constante aumento, el escenario es irreversible”, comenta el doctor Leiva.

“Diagnóstico diferencial de la esclerosis múltiple” y “Estado actual del tratamiento y terapias emergentes” fueron las conferencias presentadas por la doctora Claudia Cárcamo Rodríguez, neuróloga del Hospital Clínico de la Pontificia Universidad Católica de Chile. La especialista fue la responsable de abrir la cita valdiviana, dando paso a una atractiva ronda de preguntas que reflejó el profundo interés que generan los aspectos abordados en distintos profesionales del sector salud.

¿Qué se debe responder cuando los pacientes consultan por pronósticos y posible evolución de la enfermedad? “Esa es una pregunta bastante difícil. Nos basamos un poco en cómo va a ser el pronóstico según la historia del paciente, es una perspectiva fundamentalmente estadística. Si se trata de una persona joven que ha tenido pocos y esporádicos brotes y la resonancia tiene una baja carga lesional, junto con iniciar precozmente el tratamiento, lo más probable es que este paciente tenga un buen pronóstico y disminuya la posibilidad de discapacidad. En numerosos trabajos queda en evidencia que los pacientes que parten de manera temprana una terapia, no requieren cambiarse de tratamiento y el porcentaje de discapacidad es muy bajo. Si yo dejo un paciente a evolución natural, alrededor de un 60% va a ir a discapacidad a los 10 ó 15 años, con los tratamientos eso se invierte totalmente, la posibilidad de ir a discapacidad es menor del 30 por ciento. Eso si se parte precozmente. Ahora, si comienzo con un paciente que ya tiene un grado de discapacidad y alta carga lesional en la resonancia, la verdad es que el cambio en el pronóstico no es mucho. En ese escenario hay que apuntar a mejorar la calidad de vida y apoyar lo más posible. En resumen, es distinto trabajar con un paciente que está sin discapacidad y precoz, que hacerlo con otro que ya está con discapacidad, porque el pronóstico es totalmente distinto”, detalla la doctora Cárcamo.

Respecto de los criterios de escalamiento terapéutico, la experta considera que “actualmente, los objetivos del tratamiento son muy ambiciosos. Tenemos hartas posibilidades de tratar a los pacientes y queremos que ellos ojalá se mantengan libres de la enfermedad. Eso significa que no tengan nuevos brotes, que no tengan nuevas lesiones en la resonancia y ojalá que no tengan deterioro cognitivo. Ahora bien, esto es muy difícil, porque ninguno de los tratamientos es curativo, son más bien paliativos. De todas formas, nuestra postura es ambiciosa frente a la enfermedad. Lo importante es hacer un adecuado seguimiento y observación de cada caso para estar alerta a posibles brotes, y si estos ocurren, tener claras sus características, periodicidad y eventuales consecuencias. Todo depende también del criterio, porque si se presenta un brote muy agresivo se puede modificar la terapia de manera inmediata y no hay necesidad de perder tiempo esperando un segundo evento. Por eso, la mezcla entre la parte clínica y las imágenes es fundamental. Es importante subrayar que hay muchas áreas del cerebro que no dan síntomas y puedo tener lesiones nuevas sin sintomatología, acumulándose más daño. El control clínico y la imagenología es clave para decidir”.

Como la esclerosis múltiple es más prevalente en mujeres jóvenes, la inquietud que genera frente al embarazo también fue motivo de análisis durante la jornada científica. “De los pacientes que nosotros controlamos el año pasado, 15 fueron madres. Esto es parte del día a día y parte de la decisión terapéutica. Aquí estamos hablando de mujeres jóvenes, activas, que están estudiando o trabajando, teniendo hijos, por lo tanto es un aspecto que debe ser considerado”, sostiene la neuróloga.

Durante el embarazo, la probabilidad de eventos inflamatorios disminuye. Esto, porque el sistema inmunológico femenino se acentúa para proteger al bebé en su periodo de gestación. “Hay menos probabilidades de que una mujer enferma presente brotes en su estado de gravidez. Sin embargo, en el post parto, en los tres primeros meses, el riesgo de hacer brotes aumenta considerablemente. Aquí claramente las hormonas influyen. Se han estudiado y tratado de implementar terapias hormonales que no han funcionado, pero frente al hecho de que la esclerosis múltiple afecte más mujeres, que en el embarazo disminuyan los brotes y que en el post parto vuelvan a aumentar, es claro que ahí existe un rol protagónico de las hormonas que hasta el momento no hemos podido medir o evidenciar de forma concreta”, agrega la doctora Cárcamo.

¿Qué hacer entonces? Según la especialista del Hospital Clínico PUC, “los estudios a largo plazo han mostrado que al comparar mujeres que tienen y no tienen hijos, independiente de la cantidad, el pronóstico no varía, por lo tanto, el convertirse en madre para estas pacientes no es una contraindicación para la enfermedad. Tampoco es una enfermedad heredable. Si bien los factores genéticos influyen, no se hereda ni es contagiosa. Las mujeres con esclerosis múltiple pueden tener hijos, y lo digo así porque antiguamente los médicos recomendaban a las mujeres no tener hijos si tenían esta enfermedad. No hay mayor riesgo, eso hoy está claro, pero de todas formas hay que controlar cada caso. Los tipos de partos y la anestesia tampoco constituyen un problema. En general son embarazos bastante bien llevados, salvo que se den en una paciente que ya tenga discapacidad. Algunos medicamentos se suspenden porque sí tienen riesgos, por lo tanto, deben ser embarazos programados”, finaliza.

Por su parte, el doctor Patricio Fuentes Guglielmetti, neurólogo del Hospital del Salvador y docente de la Universidad de Chile, profundizó durante las XI Jornadas de neurología de Valdivia en el diagnóstico temprano en Alzheimer y la estimulación cognitiva. Parte de su análisis también apuntó al efecto de estas patologías en el sexo femenino, específicamente, al rol de los estrógenos en el riesgo de enfermar. “Este es un tema muy controvertido. Hasta hace unos cuantos años atrás la prescripción de estrógenos en la condición post menopáusica era muy habitual, más allá de la prevención de los fenómenos propios del climaterio, pensando en lo cognitivo. Pero un estudio dio cuenta que aquellas personas post menopáusicas, que estaban usando por un tiempo prolongado estrógenos, tenían más riesgo de padecer demencia. Yo he conversado muchas veces con gineco-endocrinólogos y puedo decir que hoy existe mucha resistencia de ellos mismos para prescribir estrógenos pensando en protección cognitiva. No cabe duda que algún rol hay, puesto que el cerebro está lleno de receptores estrogénicos. Hay cambios hormonales que se expresan cognitivamente. Los estudios que se hicieron durante un tiempo con mucho vértigo en hormonoterapia y Alzheimer prácticamente se han abandonado, porque quedó flotando en el ambiente una sensación de que aumentaba el riesgo, estrictamente en lo degenerativo”, explica.