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10 Abril 2023

Cómo los cambios climáticos afectan al organismo

Un importante grupo de la población es particularmente vulnerable a las variaciones atmosféricas. Especialistas prevén que el problema se exacerbará en los próximos años.

Las cefaleas, artralgias y labilidad emocional son, para en un 40% de la población, señales inequívocas de un suceso particular: el clima va a cambiar. La ciencia ha explorado cómo las variaciones metereológicas impactan en los individuos, fenómeno natural que se ha alterado durante las últimas décadas debido a la intervención del hombre sobre el medioambiente intensificando malestares y abriendo la puerta a enfermedades.

Como todos los seres vivos, los humanos están constantemente expuestos a los cambios estacionales y meteorológicos. Se trata de transiciones que dejan huellas en la salud originadas por la mayor o menor temperatura, luminosidad, humedad, viento, presión y electricidad atmosférica. Para algunos son más profundas y afectan la calidad de vida: son los meteorosensibles.

La meteorosensibilidad constituye no solo una manifestación en la que existen componentes más o menos subjetivos, sino una realidad biológica que se explica mediante las leyes de la electrofisiología y psicoquímica, parte de la psicobiología abocada al estudio de los aspectos moleculares de las actividades mentales y el comportamiento. Así lo asegura la Agencia Española de Meteorología en un documento publicado en la década de los 80 [1], donde define el fenómeno como “población vulnerable a los cambios bruscos de temperatura, humedad y presión atmosférica. No existe claridad sobre la cantidad de individuos afectados, aunque el porcentaje que estiman los expertos ronda entre 30 y 50%”.

Según el texto, el desplazamiento de grandes masas de aire y sobre todo las variaciones en la polaridad e intensidad de la carga iónica de la atmósfera constituyen las variables meteorológicas más frecuentemente implicadas en el agravamiento de patologías mentales como la depresión. Además, la menor exposición a la luz solar disminuye la segregación de serotonina, determinada por la vitamina D, aumentando la posibilidad de padecer trastorno afectivo estacional.

En el libro titulado “Meteorosensibles. Cómo el tiempo influye en nuestra salud física y mental” [2], la doctora en ciencias físicas Mar Gómez plantea que los porcentajes descritos fluctúan dependiendo del país o zona, pero responden a la experimentación de ciertos síntomas condicionados por alteraciones atmosféricas. “Para determinadas personas funciona como un reloj que avisa de cambios inminentes en el tiempo. Algunas veces pueden empezar a notarlo hasta 48 horas antes”.

Entre los más mencionados está la artralgia o dolor en las articulaciones, comúnmente referido cuando se aproxima un frente con lluvias después de una temporada de tiempo seco. No existen estudios científicos que lo demuestren, aunque en 2011 la Sociedad Gallega de Reumatología concluyó que, a pesar de que el clima húmedo no provoca una mayor incidencia de enfermedades reumáticas, sí hace más perceptibles sus síntomas en quienes las sufren.

Como contrapunto, se cuenta con trabajos que asocian los efectos del clima y la aparición de migrañas. Una investigación realizada por neurólogos del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de Zaragoza, España, evaluó las consultas en servicios de urgencias por cefaleas concluyendo que este vínculo “podría deberse a la teoría de la ionización positiva del aire, que viene determinada por la alta velocidad del viento y que condicionaría el incremento de serotonina plasmática, eventual responsable de las crisis de migrañas” [3].

Confort climático

El interés por conocer cómo los factores ambientales podrían influir en la salud se originó hace varios siglos. Existen referencias sobre la atención que grandes culturas y civilizaciones pusieron a las condiciones atmosféricas y su impacto en el hombre.

El historiador y geógrafo Heródoto (484 a.C. – 425 a.C.) teorizó sobre los problemas físicos relacionados con cambios meteorológicos, mientras que Hipócrates (460 a.C – 375 a.C.), considerado el padre de la medicina, aseguró que ciertas características atmosféricas provocaban síntomas más agudos en algunas patologías. En su tratado “Aire, aguas y lugares” sugiere que las enfermedades eran “ante todo, efecto del frío, calor, sol, aire y clima sobre el cuerpo”.

De acuerdo con Mar Gómez, fue el pediatra y profesor universitario alemán Bernhard de Rudder (1894 – 1962) el primero en acuñar el término meteorosensibilidad o meteorotropismo, en 1938. El estudio de la relación entre la atmósfera y los seres vivos se profundizó a partir de 1956 con la creación de la Sociedad Internacional de Biometeorología.

Para los especialistas en este campo, la primavera y otoño son las estaciones más susceptibles. Reconocidas como períodos de transición, pueden generar mayores trastornos en el estado de ánimo. Si existen patologías de base, los riesgos aumentan.

Los grupos más propensos son las mujeres, sobre todo durante la menstruación y menopausia y los adultos mayores. Para los meteorosensibles es ideal mantenerse en un estado de confort climático dado por temperaturas entre los 20° y 25° Celsius, humedad del 40% al 70%, presiones atmosféricas normales, poco viento y escasa contaminación.

“Cuando traspasan estos límites pueden experimentar algunos problemas en la salud física y mental. Variaciones meteorológicas que salgan de estos rangos tienen el potencial de favorecer la aparición de dolencias físicas y estados psicopatológicos”, explica. En la lista figuran náuseas, mareos, calambres, irritabilidad, apatía y episodios de ira en personas con predisposición a la agresividad. El calor puede complicar el manejo de patologías cardiovasculares y respiratorias, provocar deshidratación, estrés térmico, problemas renales, trastornos electrolíticos y mala higiene del sueño.

En tanto, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología advierte que las personas de edad avanzada, cuyos mecanismos de termorregulación ya están comprometidos, se exponen a alteraciones en los sistemas circulatorio y respiratorio durante las olas de frío. Confusión, pérdida de coordinación e hipotermia pueden darse en los casos más extremos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) también aumenta el riesgo de infarto agudo de miocardio y accidentes cerebrovasculares.

El factor humano

De acuerdo con el sexto informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) [4], “los cambios recientes en el clima son generalizados, rápidos, se están intensificando y no tienen precedentes en miles de años”. En el documento, la mesa de trabajo, creada en 1988 por el Programa de las Naciones Unidas para el Medioambiente y la Organización Meteorológica Mundial, enfatiza que “es indiscutible que las actividades humanas lo generan y están haciendo que los eventos climáticos extremos, incluidas las olas de calor, fuertes lluvias y sequías, sean cada vez más frecuentes y graves”.

Mala noticia para los meteorosensibles, dadas las consecuencias a la salud que, evidentemente, se acentúan en ellos. Se prevé, incluso, que pueda aumentar el número de personas con esta condición.

“La OMS calcula que 90% de la población respira aire contaminado, lo que causa 4,2 millones de fallecimientos anuales. La polución favorece los problemas respiratorios y el deterioro cognitivo. Nos enfrentaremos a la solastalgia o ecoansiedad, porque habrá fenómenos meteorológicos extremos que afectarán la salud mental. Además, el cambio climático nos expone a un aumento de las enfermedades zoonóticas”, asegura Mar Gómez.

En este escenario, especialistas plantean que es fundamental acelerar los procesos de adaptación. Aprender a conocerse y anticiparse a cambios extremos puede ser una buena herramienta preventiva, junto con reforzar el organismo y sistema inmunitario mediante una alimentación equilibrada y ejercicio regular. Construir una sólida red de apoyo también debe ser un pilar para enfrentar un futuro complejo.

Referencias
[1] Viento y salud mental. Efecto Foehn y vientos desérticos. https://repositorio.aemet.es/bitstream/20.500.11765/2210/1/vientoysalud_cal05.pdf
[2] Cómo el tiempo influye en nuestra salud física y mental. Meteorosensibles. https://planetadelibroscom.cdnstatics2.com/libros_contenido_extra/53/52370_Meteorosensibles.pdf
[3] Santos-Lasaosa S, Morandeira-Rivas C, Navarro-Calzada J, López del Val LJ, Velázquez-Benito A, Villaverde-Royo MV. Meteorología y migraña [Weather and migraine]. Rev Neurol. 2012 Oct 16;55(8):511-2. Spanish. PMID: 23055434.
[4] Sexto informe de evaluación del IPCC: Cambio Climático 2022. https://www.unep.org/es/resources/informe/sexto-informe-de-evaluacion-del-ipcc-cambio-climatico-2022

Por Óscar Ferrari Gutiérrez