Bienestar y felicidad, un camino sin retorno
La salud está tan relacionada con la felicidad que no puede tenerse la última sin la primera. Muchos especialistas suponen que el hombre no puede evitar esa búsqueda, pues de otra forma no podría mantenerse psicológica y somáticamente equilibrado.
La felicidad, ese gran tema que parece perseguirnos durante toda la vida, ha sido motivo de estudio recurrente de intelectuales y filósofos. Es más, hasta hace poco psiquiatras y psicólogos prestaban mucha mayor atención a las diversas formas de la amargura, que a las de felicidad, resultándoles más cómodo entender el retrato de personajes sombríos que el de gente dichosa.
Establecer qué es, resulta una tarea difícil. Seguramente sea una de las definiciones más controvertidas y complicadas. El ser humano ha tendido siempre a perseguir la felicidad como una meta o un fin, como un estado de bienestar ideal y permanente al que llegar. Sin embargo, parece ser que la felicidad se compone de pequeños momentos, de detalles vividos diariamente y, tal vez, su principal característica sea la futilidad, su capacidad de aparecer y desaparecer de forma constante a lo largo de nuestras vidas.
“Hoy, la felicidad es percibida por algunos como la suma de momentos de alegría o placer (emociones) y para otros como un estado (sentimiento) de plenitud, equilibro o armonía, llegando en ocasiones a entrecruzarse con propuestas de derechos civiles o con sentimientos religiosos, como la salvación y la felicidad divina. Se expresa por un lado, como algo personal e individual, pero también con un significado social, político, cultural y comercial. Se puede ser feliz ante situaciones adversas, pero también se puede ser infeliz en situaciones de éxito y de logros. De este modo, sentirse feliz es una vivencia”, señala el psiquiatra Daniel Martínez Aldunate, director del Instituto del Bienestar y presidente del directorio de la Fundación para el Bienestar y la Felicidad en Chile, organizaciones que buscan instalar la reflexión, el debate y la incorporación del tema del bienestar y la felicidad en las políticas públicas y en la formación académica.
Hay diferentes formas de aproximación a ella y todas –por cierto- válidas, porque parten de la propia vivencia personal. “Si tuviéramos que aproximarnos a una definición, podríamos decir que es un estado de bienestar subjetivo (BSu) que correspondería a un sentido de bienestar con nuestra vida, tanto en términos de sentimientos como de pensamientos”, recalca el profesional.
Es decir, hay una percepción mayor de aspectos positivos frente a los negativos, donde la persona analiza cómo se siente, pero –al mismo tiempo- evalúa y repasa su vida. Por lo tanto, el BSu combina una elevada presencia de estados afectivos positivos; una relativa ausencia de estados afectivos negativos; y la satisfacción con la vida en términos globales, pero también en áreas específicas como matrimonio, trabajo, hijos, educación y libertad.
La felicidad es una aspiración real para la gran mayoría de las personas. Cuando se evalúan los determinantes de ella, el doctor Martínez destaca que “un 50 por ciento está definido genéticamente. Hay quienes nacen con cierta predisposición a buscar bienestar y felicidad. Y, al mismo tiempo, hay ciertas personas a las cuales les cuesta más, porque tienen más tendencia a la depresión o la melancolía. Entonces, en ese sentido, hay personas a las que les es más fácil, más allá de que uno vaya construyendo, posteriormente, un mundo en el que podemos acercarnos o alejarnos al tema del bienestar y la felicidad”.
Y este punto es muy importante, porque la felicidad se puede mejorar con trabajo. Existen varias acciones que están bastante validadas, desde la evidencia científica, que se pueden instalar en la vida o en el colectivo, donde las personas tienen más posibilidades de ser felices. “Ahora, todo esto parte de una primera definición de decir si es que uno quiere o no buscar la felicidad, porque también es válido que existan personas que no la quieran, pero uno puede adquirir herramientas y aprendizajes para hacer ciertas cosas que a uno le puedan hacer bien en la vida”.
Hay quienes plantean que la felicidad es un propósito de vida, pero si uno la plantea así tiene que ser cuidadoso de no quedarse sólo con la búsqueda del fin, sino que también del disfrute de ese proceso, porque cuando uno está centrado más en las metas, se olvida de la importancia del proceso. “La felicidad se vive, finalmente, en el presente, independiente que uno pueda proyectar a futuro cosas que me puedan ayudar a ser feliz, la felicidad uno la va construyendo en el día a día”.
No hay una receta única para alcanzarla, porque la fórmula es personal. Cada persona tiene una razón para alcanzar la plenitud. Hay algunas ideas bastante claras: se encuentra en el interior, es vinculante y contagiosa. Por lo que si se es capaz de crear redes positivas, ambientes emocionales y buena salud mental en el grupo, ya sea dentro de la familia, la escuela o el trabajo, se tienen muchas más posibilidades de ser feliz.
Encuentro de relaciones saludables y salud
Hace tres años, al doctor Martínez, junto a un equipo de profesionales de diversas áreas, le nació la inquietud de analizar la época en la que estamos viviendo. Sobre todo nuestra sociedad, que quiere preocuparse de su salud mental. “Estamos viendo problemas, hay mucha gente que, en términos concretos, no se siente satisfecha con su vida o que siente que algunos modelos de desarrollo están desconsiderando una de las variables tan importantes como el tiempo libre y la importancia de los vínculos”.
Conversaron entre ellos, se preguntaron qué tan felices eran los chilenos y que tan satisfechos estaban ellos mismos con su vida. “Teníamos ya 20 años de investigación y evidencia que nos indicaba, desde la psicología, salud y educación positiva, cómo diferentes acciones o preocupaciones en bienestar y felicidad nos hacen bien para la salud física y mental y, al mismo tiempo, para el desarrollo de las personas e instituciones”.
Nació así el Encuentro de relaciones saludables y salud que, en su primera versión, contó con la participación de Karma Tshiteem Dasho, secretario de la Comisión Nacional de Felicidad de Bután, reino que se ha abocado a evaluar y a potenciar su felicidad interna bruta (FIB), incluyendo indicadores de bienestar psicológico, distribución del tiempo, vitalidad comunitaria, diversidad cultural y sustentabilidad, como medidas de progreso social.
Desde entonces, el grupo de trabajo a cargo de esta iniciativa se ha dedicado a insertar el tema dentro del debate nacional, porque el que la felicidad se instale en el mundo “nos acerca a mejorar la salud mental de nuestra sociedad. Es un tema que hace que uno se haga preguntas en el plano personal y que se cuestione la propia realidad”, dice el doctor Martínez.
Este evento es una actividad única en Sudamérica donde concurren padres y tutores que desean mantener relaciones saludables dentro del marco de la familia; profesionales con deseos de encontrar y conocer las herramientas para un desempeño óptimo, en base a las relaciones laborales saludables; especialistas e investigadores en salud física y emocional, trabajo, bienestar social, economía, políticas públicas, medios de comunicación y organismos culturales; miembros de instituciones educativas, que desean mostrar y compartir con la sociedad su preocupación y aporte al autocuidado y a la felicidad.
Acaba de finalizar el tercer encuentro y el balance es tremendamente positivo. “Ha ido aumentando la motivación, el conocimiento y la participación. Ese es el primer cambio que hemos notado en estos tres años. Vemos cómo hay cada vez más personas interesadas y trabajando en el tema del bienestar y la felicidad. Lanzamos nuevos libros y los tres primeros Diplomados de felicidad en salud, trabajo y educación. Tuvimos como invitado a Matthieu Ricards reconocido públicamente como el hombre más feliz del mundo y a profesionales de México, Uruguay, Argentina y Estados Unidos, que nos brindaron una rica combinación de experiencias”.
“Cuando nos planteamos organizar estos encuentros, lo hicimos –en primer momento- para brindar un espacio para que las personas se hicieran preguntas y encontraran herramientas para contestarlas y así poder hacer un trabajo personal. Pero luego nos dimos cuenta que la única manera de mejorarnos cómo sociedad y país es ayudando a generar políticas públicas que beneficien la salud mental, el bienestar y la felicidad de las personas. Nos gustaría que se considere esta materia como el camino hacia un nuevo paradigma de desarrollo”.
En la actualidad, existe un consenso internacional respecto de la necesidad de un Nuevo Paradigma de Desarrollo (NPD), porque un modelo basado exclusivamente en el crecimiento económico y el consumo se ha hecho insostenible.
En este sentido, prestigiosos científicos mundiales han demostrado que si bien el crecimiento económico puede mejorar diversos indicadores de progreso material, esto no se ha traducido en un progreso real de la calidad de vida de las naciones. “Por lo tanto, lo que necesitaríamos sería un paradigma alternativo de desarrollo, donde la búsqueda de la riqueza material se subordine a un modelo de sociedad sustentable, y donde el ser humano y toda forma de vida en la tierra estén al centro de éste”, enfatiza el especialista.
Para Bután, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y otros organismos internacionales, la búsqueda del bienestar y la felicidad sustentable es el camino sin retorno a este cambio de paradigma. La invitación está hecha entonces para que los actores políticos, económicos y sociales la internalicen, y trabajen en el crecimiento del país pensando en la salud mental de sus ciudadanos.
