La dieta paleolítica intenta recuperar los orígenes, donde el hombre se alimentaba en base a frutas, verduras, frutos secos y pequeños animales, y vivía en constante movimiento.
La producción científica no se ha limitado a la lucha contra el nuevo coronavirus, al contrario, muchas disciplinas muestran avances que podrían impactar positivamente en la medicina.
Nuevas guías enfatizan importancia de que niños, adultos y personas con enfermedades crónicas o capacidades diferentes mantengan una rutina semanal de entrenamiento, que también aplica para individuos sanos.
Hace 200 años se determinó que el parámetro normal promedio era de 37°C. Recientes descubrimientos en termometría revelan que en algunas poblaciones ese índice está disminuyendo en relación al tradicional rango.
Las vacunas sufren una degradación natural que se puede retrasar o detener, pero también acelerar por el exceso de frío o calor. Garantizar este proceso es fundamental para lograr la eficacia.
La interacción social ha sido clave en el desarrollo evolutivo y su ausencia, acentuada por la pandemia, puede generar trastornos físicos y psicológicos en todos los grupos etarios.
La flebotomía es una práctica terapéutica milenaria que, tras vivir su apogeo en la Edad Media y Renacimiento, decayó ante el avance de la ciencia y tecnología.
Pacientes recuperados de COVID-19 presentan una condición descrita como niebla mental, secuela asociada a neuroinflamación y estrés postraumático.
El uso de terminología inadecuada ha causado la estigmatización de territorios y comunidades, equivocaciones que la OMS no quiere repetir tras la implementación de directrices que orientan la toma de decisiones.
Elevados niveles de angustia y ansiedad favorecen la aparición de canas, derribando así creencias que las asocian exclusivamente a la genética.