Laennec y la invención del estetoscopio
La auscultación, es decir, la acción de escuchar los sonidos internos del cuerpo para evaluar el estado del corazón, pulmones, pleura, intestino y otros órganos fueron descritos por primera vez por Hipócrates entre los años 460 y 370 a.C.
En sus escritos describió los sonidos cardiacos que escuchaba como “vinagre hirviendo” que fluía por el cuerpo. En 1628, William Harvey utilizó un método sistemático para resolver el problema del estudio del movimiento del corazón y la sangre. Concluyó que la función principal del corazón era bombear sangre a través de venas y arterias y realizó la primera descripción de los sonidos cardíacos.
Años más tarde, Robert Hooke se dio cuanta que era muy importante aplicar la auscultación como medio para descubrir problemas internos del cuerpo humano. Sin embargo, el método de la auscultación directa que se realizaba en aquel entonces al poner el oído sobre el cuerpo del paciente a fin de escuchar los sonidos que emite el órgano que se desea verificar presentaba limitaciones técnicas (en pacientes obesos) y culturales (en caso de realizar el procedimiento en mujeres).
La invención del estetoscopio, realizada en 1816 por el francés René Théophile Hyacinthe Laennec se produjo cuando el médico fue consultado en el Hospital de Necker de París por una joven que presentaba síntomas generales de enfermedad del corazón y en la cual, por su gordura, la aplicación de la mano y la percusión daban pobres resultados.
Su edad y sexo dificultaban el examen, entonces “vino a mi memoria un fenómeno de acústica bien conocido: si se aplica la oreja al extremo de una viga, se escucha muy claramente un capirotazo que se da en el extremo opuesto. Pensé que se podía sacar ventaja de esta propiedad de los cuerpos en el caso en que me encontraba. Tomé un cuaderno de papel, lo enrollé fuertemente, una de sus extremidades la apliqué sobre la región precordial y, escuchando por la otra, estuve tan sorprendido como satisfecho al oír los latidos del corazón de manera mucho más neta y distinta como jamás me había sucedido al aplicar directamente la oreja”, comentaba Laennec.
Fue entonces cuando concluyó que tal medio podía ser un método útil, aplicable no sólo al estudio de los latidos cardiacos, sino que a todos los movimientos que pueden producir ruidos dentro de la caja torácica y, en consecuencia, a la exploración de la respiración, de la voz, del estertor y quizá hasta de la fluctuación de un líquido contenido en la pleura o el pericardio.
“Con esta convicción inicié sobre la marcha, una serie de observaciones que me han dado por resultado [la identificación] de nuevos signos, seguros, fáciles de percibir en su mayoría y suficientes para que el diagnóstico de casi todas las enfermedades de los pulmones, de la pleura y del corazón sea más cierto y circunstanciado que los diagnósticos quirúrgicos hechos con ayuda de la sonda o de la introducción del dedo”, postulaba.
Aquel útil e improvisado instrumento, más tarde lo sustituyó por un cilindro de madera de unos treinta centímetros de largo y cuatro de diámetro, que podía desmontarse en dos partes para transportarlo con mayor facilidad. A lo largo de su eje longitudinal, tenía un estrecho conducto que favorecía la transmisión del sonido.
Con la invención del estetoscopio se desarrolló el procedimiento clínico que ahora llamamos auscultación, pero que Laennec denominaba auscultación mediata. Así, realizó una serie de relaciones entre el signo físico de carácter acústico y las lesiones anatomopatológicas de las que depende. Tales relaciones son el resultado de un oído que ve cómo la enfermedad se desarrolla en la interioridad del cuerpo del hombre, particularmente en la profundidad del tórax.
El 15 de agosto de 1819, publicó un libro repleto de observaciones clínico-patológicas y de nueva terminología originada en los ejemplos diarios y en los conocimientos del griego y el latín que poseía que tituló De l’auscultation médiate ou traité du diagnostic des maladies des poumons et du coeur fondé principalement sur ce nouveau moyen d’exploration, en el que describió varias enfermedades torácicas nunca antes descritas; entre las que estaban la bronquitis, la bronquiectasia, el enfisema pulmonar, la pleuritis, el neumotórax, la neumonía lobar, el hidrotórax, el edema pulmonar, el infarto y la gangrena pulmonar, la estenosis mitral, la esofagitis, la peritonitis, la cirrosis, y la tuberculosis.
La auscultación sigue siendo todavía la primera herramienta de análisis que se emplea para evaluar el estado funcional del corazón y el primer indicador utilizado para remitir al enfermo a un médico especialista. Con ella, el doctor trata de identificar y analizar los diferentes ruidos que componen el ciclo cardiaco, realizando una síntesis de las características extraídas que sin la evolución del instrumento inventado por Laennec en 1816 no se hubiesen logrado.
