Johann Sebastian Bach:
Los ojos nublados de un maestro
Johann Sebastian Bach es, probablemente, el compositor más famoso de todos los tiempos, cuya música sigue siendo practicada por muchos y escuchada por los amantes de la música clásica.
Su fecunda obra es considerada como la cumbre de la música barroca y una de las cimas de la música universal, no sólo por su profundidad intelectual, su perfección técnica y su belleza artística, sino que también por la síntesis de los diversos estilos internacionales de su época y su incomparable extensión. Bach fue la fuente de inspiración para los posteriores compositores y músicos hasta nuestros días.
La música barroca estuvo inserta dentro del estilo musical propio de la época cultural europea que se extendió desde el nacimiento de la ópera en el siglo XVII hasta la muerte de Bach en la mitad del siglo XVIII, donde se observó la fecundidad, revolución e influencias más notorias del uso del bajo continuo y el monumental desarrollo de la armonía tonal, que la diferencia profundamente de los anteriores estilos modales.
Dentro de sus obras destacan los Conciertos de Brandenburgo, el Clave bien temperado, la Misa en si menor, la Pasión según san Mateo, El arte de la fuga, La ofrenda musical, y las Variaciones Goldberg, entre otras.
Desafortunadamente una desconocida pero sustancial parte de su obra está perdida, lo mismo sucedió con la información acerca de su vida privada. Se han escrito dos biografías sobre el compositor gracias a los aportes de personas que lo conocieron. Incluso podemos conocer algo de su fisonomía por la pintura encargada a Elias Gottlob Haussmann la que data de 1746, donde se muestra a Bach sosteniendo una de sus partituras
El compositor alemán, nacido en Eisenach ciudad conocida, entre otras cosas, porque fue el lugar donde Martín Lutero tradujo la Biblia al alemán en 1534, gozó gran parte de su vida de una excelente y envidiable salud. Sin embargo, su visión sufrió un irreversible deterioro al final de su vida hasta quedar completamente ciego.
Gozó de una extraordinaria salud que se vio reflejado en todo lo que escribió e interpretó; en el cuidado de sus 20 hijos; y en su preocupación por los alumnos que vivían junto a él. El único periodo de enfermedad se dio entre 1730 y 1740 cuando Bach tuvo que cancelar un viaje a Halle en Alemania donde conocería a George Frideric Handel, un compositor contemporáneo a él.
Nada más se sabe sobre la naturaleza y duración de su enfermedad. En la pintura de Haussmann sólo se puede inferir que el compositor sufría de obesidad. A juicio de los críticos, la pintura también sugiere la presencia de una miopía lo que se puede observar en las huellas que la patología dejó en el rostro del autor. Sin duda que las noches que pasaba en los altillos de las iglesias, en penumbra, copiando y escribiendo notas de música para órgano con la única e insuficiente luz de un candil como compañera agravaron aún más su condición, si pensamos que no se tienen registros de que Bach haya usado lentes para corregir su ceguera.

La visión de Bach se deterioró con el correr de los años, las explicaciones más probables señalan que habría sido causa de la aparición de catarata, que es una opacidad parcial o total del cristalino, que puede aparecer en cualquier momento de la vida, incluso en los recién nacidos, pero es mucho más frecuente a partir de los cincuenta años. Los síntomas iniciales son visión borrosa de manera permanente, a modo de niebla; deslumbramiento en condiciones de alta luminosidad. En la actualidad constituye la principal causa de baja visión en el mundo y su cirugía es la que más se practica en oftalmología y una de las más frecuentes de todas las intervenciones que se realizan en medicina.
Durante los últimos años de su vida, la visión de Bach se volvió tan pobre que decidió, después de escuchar los consejos de sus amigos cercanos, someterse a una operación para corregir su problema.
A principios de 1750, el oftalmólogo inglés John Taylor se ofreció para curar la dolencia visual del compositor alemán. Aparentemente, el especialista se había ganado cierto prestigio en varias ciudades de Europa.
En su primera intervención quirúrgica logró mejorar aparentemente la visión de Bach, lo que llevó al doctor Taylor a ser reconocido en la Hoja Oficial de Berlín, donde se destacaron las virtudes del médico inglés y los múltiples agradecimientos de la ciudadanía por su proeza.
A pesar de estos reconocimientos, la verdad es que la salud visual del compositor empeoró. Una semana después de la primera cirugía, Bach tuvo que operarse nuevamente debido a la reaparición de la catarata. Esta intervención no sirvió de nada: la ceguera del compositor ya se había vuelto irreversible.
Ciego y debilitado por el dolor nunca dejó de escribir y trabajar. Se las arregló para dictar a sus discípulos todas aquellas partituras que en la oscuridad de su ceguera se aparecían una y otra vez. Estudios han mencionado que repentinamente Bach recuperó su visión unos días antes de su muerte. Según relatos de su mujer, “la recuperación de la vista fue el último don de Dios a mi marido. Vio una vez más el sol, a sus hijos, a mí misma (…) Le mostré una bella rosa roja y su mirada se clavó en ella”.
Johann Sebastian Bach, el hombre que siempre aspiró a metas superiores y a desarrollarse mientras viviera, falleció el 28 de julio de 1750 producto de una apoplejía. Tenía 65 años al morir, pero pasaron varias décadas antes de que su obra pasara a la inmortalidad. Dos siglos después de su muerte su música aún sigue siendo estudiada y escuchada por millones del personas en el mundo.
