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23 Octubre 2006

Pierre Auguste Renoir:

El impresionismo y la artritis de un pintor

Durante los últimos 20 años de su vida padeció de artritis. Aunque le era imposible mover las manos libremente, continuó trabajando con un pincel atado al brazo.

Pierre Auguste Renoir, destacado pintor impresionista francés, es conocido a nivel mundial por sus pinturas resplandecientes e íntimas, en particular las que representan desnudos femeninos. Ha sido considerado como uno de los más grandes exponentes de su época por la armonía de sus líneas, la brillantez de su color y el encanto íntimo de sus muy variados temas pictóricos.

A diferencia de otros impresionistas, le interesó más la representación de la figura humana individual o en retratos de grupo que los paisajes. Además, tampoco subordinó la composición y plasticidad de la forma a los intentos de interpretación de los efectos de la luz.

Renoir nació en Limoges, el 25 de febrero de 1841. Desde muy pequeño trabajó como decorador en una fábrica de porcelanas de París y ya a la edad de 17 años copiaba pinturas sobre abanicos, pantallas de lámparas y persianas. Ingresó a la Academia de Bellas Artes, en 1862, y se matriculó en la escuela del pintor suizo Charles Gabriel Gleyre, donde conoció a Fridéric Bazille, Claude Monet y Alfred Sisley.

En 1864 exhibió por primera vez su obra en París, pero no obtuvo cierto reconocimiento hasta 1874, en la primera exposición de pintores de la nueva escuela impresionista. El baile del Moulin de la Galette es una de las obras más famosas del impresionismo. Un café parisino es el escenario al aire libre donde las figuras humanas y la representación de la luz muestran el verdadero dominio pictórico del artista.

El gran legado de Renoir muestra su gran habilidad de mostrar el brillante y nacarado color y textura de la piel y para comunicar un sentimiento lírico unido a la plasticidad del tema. Su representación de la gracia femenina no ha sido superada en la historia de la pintura moderna. Muchos de sus últimos cuadros tratan también el mismo tema pero en un estilo cada vez más acentuado rítmicamente.

Cuesta creer que este genio de la pintura padeció, por más de 25 años de artritis reumatoide, una enfermedad crónica, sistémica e inflamatoria que afecta las membranas sinoviales de muchas articulaciones del cuerpo. A pesar de que no existen registros médicos, gracias a las fotografías, a su registro personal y a notas de gente que lo conocía, se ha podido establecer el curso de su enfermedad.

El baile del Moulin de la Galette

Se piensa que su artritis comenzó cuando tenía alrededor de 50 años, se volvió más agresiva en la década siguiente y durante los últimos años de su vida lo dejó prácticamente inválido.

Hace una década, uno de los nietos del pintor, el doctor Paul Renoir, asistió al congreso europeo de reumatología y reveló algunos aspectos, hasta entonces desconocidos, de la enfermedad de su abuelo.
Para Renoir pintar fue casi una necesidad física y a veces una cura, como si desease crear sobre el lienzo aquellas cosas que tenía que perderse en la vida real a causa de su incapacidad.

La gracia del pintor francés es que ideó la forma para poder seguir pintando a pesar de su enfermedad. Cuando no pudo sostener la paleta de colores entre sus dedos, la sostenía entre sus rodillas o la dejaba al borde de su caballete, el que ya estaba perfectamente acondicionado a la altura de su silla de ruedas.

Como se le hacía muy difícil tomar los pinceles entre sus manos, pedía que se las ataran a las manos, por lo que “cambiaba el pincel con menos frecuencia que antes y se hizo más lento. Esto podría explicar por qué empleaba una pincelada cada vez más corta y empezó a pintar sobre seco", comentan los reumatólogos que han estudiado este tema.

A Renoir le gustaba mucho pintar lienzos a gran escala, cosa que le fue difícil con su patología, pero ideó un cabellete con un sistema de poleas para mover la tela. El lienzo se fijaba a dos tiras de madera que giraban sobre ejes unidos por la cadena de su bicicleta. Mediante una manivela, la tela subía y bajaba.

La grave artritis reumática le causó terribles dolores. Los huesos se le encorvaban y la carne se le secaba. En 1907 pesaba 49 kilos y apenas podía sentarse. Después de 1910 no pudo ya desplazarse con muletas y quedó postrado en una silla de ruedas.

Uno de los pocos impresionistas que prefirieron la figura humana al paisaje, murió siendo un artista universalmente famoso, e incluso en 1914 pudo ver cómo entraban en el Louvre algunas de las obras por él pintadas. En la actualidad, gran parte de sus obras se encuentran en exhibición en el museo d'Orsay de París.