Louis Braille: de la letra a los puntos
Siglos atrás, muchos imaginaron que personas invidentes nunca podrían aprender a leer, porque la única forma de hacerlo era mediante la lectura de palabras a través de los ojos. Sin embargo, un joven francés pensó diferente y logró inventar un sistema de lectura mediante el tacto que desde entonces ha cambiado para siempre la vida de millones de personas invidentes o con deficiencias visuales en el mundo.
Louis Braille nació el 4 de enero de 1809 en Coupvray, un pueblo cerca de París situado sobre una loma junto al valle del río Marne, en Francia. Su familia se dedicaba a trabajar en cuero, por lo que la casa de los Braille siempre estuvo llena de herramientas.
Cuando Louis tenía tres años, jugando en el taller de su padre sufrió un accidente muy grave: mientras corría con una lezna entre sus manos -pequeño instrumento con punta de acero que se utilizaba para hacer ojales- cayó al suelo y se perforó el ojo derecho. Semanas más tarde, como consecuencia de una oftalmía simpática en su ojo izquierdo, comenzó a perder la visión. A pesar de los esfuerzos médicos realizados, en tan sólo dos años quedó totalmente ciego.
Su familia, a pesar de su modestia cultural y social, no se desalentó ante este hecho. Cuando se dieron cuenta que definitivamente no había ninguna posibilidad de que el pequeño recuperara la vista decidieron enviarlo a una escuela regular. Allí, Louis se sometió a un aprendizaje puramente oral donde brilló por su gran capacidad intelectual y destacó por sus resultados sorprendentes.
Su inteligencia y curiosidad estaban insatisfechas, porque la escuela normal no contaba con ningún apoyo esencial para la transmisión del saber, como libros o algún instrumento para escribir con el cual pudiera objetivar y comprobar lo que iba asimilando.
Años más tarde, su familia se enteró de la existencia del Instituto Real para la Educación de los jóvenes Ciegos en París, ubicado en una zona bastante humilde de la capital francesa. Esta institución había sido fundada en 1784 por Valentín Haüy, quien buscaba equiparar lo más posible la educación de los ciegos a los niveles y procedimientos seguidos en la instrucción de los normovisuales.

Haüy llegó a idear un procedimiento para la lectura y escritura de los ciegos: con moldes de letras en posición inversa, aplicadas sobre papel húmedo imprimió libros para ciegos que podían ser leídos por las personas con visión. Si bien permitía la lectura, este método no facilitaba la escritura. Aunque un tanto rudimentario, aquella técnica sentó las bases para el sistema que llegaría a prevalecer años más tarde.
El instituto para jóvenes ciegos era una innovadora entidad a nivel mundial. A los diez años, el joven Louis ingresó a esta institución con gran entusiasmo, porque pensaba que allí podría encontrar satisfacción a todas las ganas que tenía por aprender. Fue allí donde ideó y desarrolló el alfabeto que lleva su nombre, tomando como base la invención de Charles Barbier de la Serre, un oficial de artillería francés que había ideado un sistema táctil a fin de permitir a los soldados escribir y leer mensajes en la oscuridad de la noche sin recurrir a la iluminación, de esa forma se mantenían ocultos para el enemigo.
Barbier visitó el instituto y presentó un medio de comunicación denominado “escritura nocturna”, que posteriormente recibió el nombre de sonografía. Si bien era todavía un sistema demasiado astuto y que no había sido sometido a una comprobación de la percepción táctil real, para Braille se convirtió en un fértil estímulo que más tarde daría sus propios frutos.
A los 14 años dedicó noches enteras a agujerear hojas de papel con la herramienta que, paradójicamente, lo había dejado ciego años antes. Fue así como preparó el código de lectoescritura que más tarde las personas no videntes del mundo conocerían como alfabeto Braille. Con esta creación complementó de forma definitiva su transición personal de la oralidad a la escritura.
Sistema Braille
El alfabeto Braille es un código integrado por seis puntos dispuestos de forma parecida a los del dominó, colocados en dos filas verticales contiguas de tres puntos cada una, ligeramente separadas entre sí, impresos por la parte posterior del papel en el sentido inverso al de la lectura, los que en conjunto forman el llamado signo generador, que mediante diversas combinaciones conforma letras, números, signos de puntuación y símbolos, entre otros.
Los puntos despliegan un inmenso abanico de posibilidades, que se adaptan a la perfección a las terminales nerviosas que se encuentran en la yema de los dedos, las que captan y transmiten como una totalidad una imagen al cerebro. Los seis puntos, permiten 64 combinaciones distintas, lo que hace que el sistema tenga múltiples aplicaciones tanto en la literatura, las matemáticas, las ciencias, la música y la informática y aunque fue creado en 1825, predomina todavía hoy 181 años después, como la forma más eficaz para la escritura y lectura de las personas ciegas.

El valor de este alfabeto y su importancia son mayores en la fase inicial del proceso educativo de dichas personas y constituye, por lo general, el recurso utilizado en sus diferentes actividades a lo largo de toda la existencia.
Los estudios de fisiopatología y psicología de la percepción han demostrado que el tacto es el sentido de la extensión breve, de la sucesión y la discontinuidad. Si bien no puede captar el todo, que en este caso sería la palabra o la frase, con el sistema Braille la letra se revela a la yema del dedo índice en un acto perceptivo único que luego permite una síntesis rápida en la lectura de la palabra.
Los aportes de Braille se convirtieron en una adaptación inteligente, en un equilibrio perfecto entre asimilación y acomodación que le brindó una solución genial a un gran problema para las personas no videntes.
Esta herramienta se convirtió en un instrumento liberador y necesario, hasta ahora insustituible, que permite el acceso a la información a través del computador y mediante la tecnología adaptada para personas ciegas o deficientes visuales, también denominada tiflotecnología.
La palabra tiflotecnología viene del griego, donde tiflo significa ciego. Estos sistemas están diseñados pensando en lograr una mayor calidad de vida y autonomía personal para estas personas. La idea es disminuir las desventajas que tienen los no videntes, aportando los medios necesarios para adaptar las nuevas tecnologías a las características propias de las personas con discapacidad visual.
La invención del alfabeto táctil para ciegos, llevada a cabo por Louis Braille en el tercer decenio del siglo XIX, constituye un acontecimiento revolucionario, un verdadero hecho diferenciador, en la senda de los discapacitados visuales hacia la afirmación de su dignidad. En realidad, cerró la época de la exclusión y les abrió la vía hacia la inserción social.
