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15 Agosto 2005

Medicina aeroespacial en los días del Discovery

Después de 14 días de misión en el espacio, el 9 de agosto el transborador espacial Discovery aterrizó sin problemas en el desierto de California, Estados Unidos. Millones de personas en el mundo siguieron minuto a minuto el regreso de la nave, pues aún estaba presente en la memoria colectiva la tragedia de 2002, en la que perdieron la vida los siete tripulantes del Columbia cuando la nave en que viajaban se desintegró a pocos kilómetros de la Tierra. Las investigaciones posteriores revelaron que el accidente fue producto de un desperfecto técnico.

Así como resulta fundamental el óptimo estado de cada uno de las piezas que conforman un transbordador, muchos otros factores pueden determinar el éxito o el fracaso de una expedición espacial. Uno de estos aspectos son las modificaciones que sufre el organismo humano al abandonar la atmósfera terrestre.

Cuerpo en órbita
Desde los primeros viajes del hombre al espacio a mediados del Siglo XX, muchas investigaciones científicas han encontrado allí excelentes condiciones para desarrollar sus proyectos.

Sin duda, uno de los campos que ha encontrado grandes beneficios para sus estudios en este ámbito es la medicina, dado que en el espacio el cuerpo humano experimenta diversos cambios y reacciones que difieren de su comportamiento en la superficie del planeta.

Los tripulantes de los transbordadores espaciales se ven afectados por aceleraciones, deceleraciones, necesidad de atmósfera artificial, ruido, vibración, ingravidez y radiaciones ionizantes, entre otros factores que producen cambios en la anatomía, la fisiología y la psicología de las personas.

Así, las diversas reacciones de los astronautas son estudiadas como parte de investigaciones de diversos ámbitos, en los cuales resulta útil observar el comportamiento del organismo en un viaje al espacio, escenario en el cual el cuerpo de los astronautas enfrenta problemáticas como la adaptación a un nuevo ambiente, que en etapas iniciales puede causar mareos, inapetencia, vómitos, debilidad, confusión mental y pérdida de la noción del tiempo y el espacio; pérdida de masa ósea; alteraciones cardiovasculares; constipación y problemas del sistema respiratorio; deshidratación; trastornos del sueño; debilitación del sistema inmune; alteraciones musculares y adaptación neurovestibular

En el ámbito emocional, en tanto, producto del aislamiento, los astronautas se enfrentan a una serie de cambios que van desde la euforia hasta la irritabilidad, el aburrimiento, la depresión y la fatiga.

El las últimas décadas, sucesivas investigaciones han desarrollado métodos para prevenir y tratar este tipo de alteraciones que se presentan en el espacio a la vez que los mismos estudios les entregan valiosos datos para la creación de terapias y medicamentos aplicables al común de la gente.

La experiencia chilena
Dentro de los elementos que pueden afectar a los astronautas cuando se encuentran fuera de la atmósfera terrestre, están los llamados trastornos de adaptación neurovestibular (mareo por movimiento y pérdida del sentido de la orientación, entre otros problemas). Este es el principal punto sobre el cual ha trabajado el neurólogo José Luis Cárdenas, decano de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Santiago de Chile (USACH) y director de la Corporación Astro Chile.

El equipo que lidera el doctor Cárdenas trabaja desde el año 2000 en un proyecto de investigación en el cual también participa la NASA, la Agencia Espacial Rusa, el Centro de Medicina Aeroespacial de la Fuerza Aérea de Chile, la Universidad Libre de Berlín (Alemania) y la Facultad de Ciencias Médicas de la USACH.

“Estamos desarrollando varios experimentos, pero el principal es el estudio en microgravedad en un transbordador, sobre las capacidades de adaptación del tronco y del cerebro. La investigación está centrada en buscar nuevas respuestas frente a temas como el vértigo, el mareo, la desorientación en el espacio e, incluso, qué influencia tienen los nervios vestibulares y sus alteraciones. Todo esto tienen una aplicación práctica y directa en el manejo de molestias que afligen frecuentemente a los seres humanos y la microgravedad es un gran laboratorio para poder estudiar tanto causas de lesiones como posibilidades de desarrollar procesos de compensación.”, señala el especialista.

Según explica el doctor Cárdenas, el objetivo de esta iniciativa es revisar los lineamientos del proyecto cuando el ingeniero Klaus von Storch, candidato chileno a astronauta, viaje a la Estación Espacial Internacional, lo que podría concretarse en octubre de 2006 si logran acceder a un cupo en la nave “Soyuz”. Para ello, ya han cumplido con la mayor parte de los pasos científicos y administrativos y sólo les falta realizar algunas gestiones de financiamiento. “Klaus ha estado cinco veces en las bases de la Agencia Espacial Rusa en Moscú realizándose diversos exámenes de salud. También hizo un entrenamiento de microgravedad en la Agencia Espacial Europea en Francia”, indica el médico.

Si todo sale bien, en la ciudad de Baikonur, en Kazakstan, Klaus von Storch ocupará uno de los tres espacios que existen en “Soyuz”, nave que trasporta astronautas y viaja dos veces al año va hasta la Estación Espacial Internacional, que orbita el Planeta a 400 kilómetros de distancia de la Tierra. “Él sería el primer sudamericano en participar en esto, lo que nos abriría posibilidades amplias de participación científica con los países que están liderando los proyectos en los temas del espacio”.

Nuevas perspectivas
Además de las investigaciones que su equipo realiza en conjunto con el Laboratorio de Investigaciones Vestibulares de Berlín, el neurólogo explica la importancia que tiene otro tipo de estudios. “Como parte del grupo Chagas Space, Chile ha enviado material de experimentación en los años 1996 y 1997, para la investigación y desarrollo de drogas contra la Enfermedad de Chagas, una patología que tiene una alta prevalencia en las poblaciones rurales de América Latina. El estudio de este tipo de medicamentos supone el análisis de la síntesis de proteínas, para lo cual los ambientes de microgravedad son claves, pues en estas condiciones se puede observar de mejor forma la formación de cristales que tienen una actividad biológica. Luego de observar cómo se produce esta síntesis de proteínas en la microgravedad, estas sustancias son bajadas a la tierra y se hace un estudio de los enlaces y las acciones de división enzimática bajo resonancia magnética”, dice el doctor Cárdenas.

Los científicos también están trabajando en la experimentación para el desarrollo de insulinas. “El tema de la síntesis de proteínas en microgravedad abre un gran espacio para investigar y crear muchos medicamentos en el espacio”, explica el médico.

Desde el punto de vista de la medicina aeroespacial, el doctor Cárdenas explica que la reciente misión del Discovery, más allá de su éxito técnico, plantea valiosa información susceptible de ser analizada. “Los aspectos más relevantes son los estudios sobre la capacidad de adaptación que los astronautas han tenido frente al estrés y las capacidades motoras y de coordinación de los dos astronautas que estuvieron desarrollando labores de reparación fuera de la nave. Yo creo que eso va a dar pautas sobre las capacidades de compensación y desarrollo a nivel de la corteza motora y del cerebelo, que el ser humano saca a relucir cuando está enfrentado a situaciones estresantes en la microgravedad y, lo que resulta más notable aún en este caso, flotando en el espacio”.



Por Paloma Baytelman