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02 Mayo 2005

Acercamiento a la epidemiología desde la genialidad de Beethoven

Por Dr. Raúl Abramson Rapaport

Ludwig Van Beethoven es indudablemente uno de los músicos más importantes de la historia y su música de las más amadas. Incluso quienes nada saben sobre este ámbito reconocen su nombre y su imagen melenuda de rostro severo.

Durante el Siglo XIX algunos biógrafos del compositor barajaron una teoría curiosa, según la cual la genialidad de Beethoven era producto del alcoholismo. Pero no del suyo propio -porque aunque el músico no era de ningún modo abstemio, jamás fue alcohólico- sino el de sus antepasados, pues su familia abundó en grandes borrachos.

Dejando de lado las ramas colaterales, en la línea directa está su bisabuelo, un mercader de vinos y gran bebedor que emigró desde Amberes a Bélgica en el siglo XVII. Asimismo, su abuelo Ludwig, quien llegó a Bonn como bajo cantante y director de coros, fue otro bebedor profesional; además de jugador y prestamista también comerció en vinos y rivalizaba con sus clientes en el entusiasmo por probarlos. Pero el que los superó a todos fue el padre del músico, pues aunque fue un tenor de tercera categoría, como alcohólico alcanzó primerísima magnitud. Era un tirano doméstico, holgazán, explotador y un hombre violento, que amargó la vida al niño Beethoven y colapsó pronto, dejando al joven músico de 17 años la responsabilidad de mantener a toda la familia cuando más tarde falleció su madre.

La teoría del alcohol en la fabricación del genio beethoveniano tuvo su auge a mediados del Siglo XIX, pero perduró en algunos autores hasta principios del XX e incluso fue considerada seriamente por algunos epidemiólogos alemanes, lo que no debe extrañar porque establecer este tipo de causalidades en los fenómenos, es justamente una de las tareas centrales de la Epidemiología, parte de la medicina que estudia a los grupos o poblaciones humanas y no al individuo.

Esta rama de la medicina, que se preocupa de la distribución y circunstancias de los fenómenos en una población para determinar sus causas y secundariamente encontrar estrategias para modificarlos o prevenirlos según convenga, se originó en el estudio de epidemias, de allí su nombre. Sin embargo, va mucho más allá de las enfermedades por contagio.

Permitió, por ejemplo, relacionar al tabaco con el cáncer, al colesterol con los ataques cardíacos y a la obesidad con la diabetes. Bien usada es una herramienta magnífica y cualquier buen lector de novelas policiales podría sentirse fascinado con algunas investigaciones epidemiológicas.

En cuanto a la epidemiología de Beethoven, la relación alcohol-genio musical es falsa, pues la revisión cuidadosa de la historia de la música indica que la mayoría de los genios musicales no proviene de familias de alcohólicos y, a la inversa, una revisión de las familias alcohólicas muestra que éstas no suelen engendrar genios musicales.

Paralelamente, propongo la teoría de que la pasta de dientes puede provocar accidentes de tránsito; me baso en que al menos el 88 por ciento de las personas que sufren accidentes se han lavado los dientes en las 24 horas previas. Lo mismo podría decirse con algunos de los alimentos básicos y sostener que el 98,7 por ciento de las personas que tienen esguinces del tobillo son consumidores habituales de pan. Entonces, ¿el pan favorece los esguinces de tobillo?

Aunque el sentido común sugiere al instante que esos ejemplos son absurdos, es tarea de la epidemiología demostrar si tales relaciones son o no significativas. Por ejemplo, se descarta que el pan predisponga a los esguinces en cuanto se razona que casi el 100 por ciento de la población come pan, pero sólo unos pocos tienen esas lesiones. Asimismo, de todos los que se lavan los dientes, sólo una minoría tienen accidentes, etcétera.

Existen otras teorías que pueden parecer absurdas, pero no lo son. Un ejemplo de ello es la afirmación según la cual las personas que tienen los dedos de una mano manchados tienen significativamente más cáncer al pulmón que las que no tienen estas marcas. Se concluye que las manchas en los dedos predisponen al cáncer de pulmón, lo que en esta caso si es conducente, dado que el cigarrillo produce este tipo de marcas en quienes consumen grandes cantidades.

Este tipo de análisis se puede aplicar a innumerables afirmaciones, como que la vitamina C previene los resfríos, que el café puede favorecer enfermedades cardíacas, que la pornografía induce delitos sexuales (o que los previene) o que la televisión hace más o menos inteligentes a los niños.

Así es posible realizar cualquier hipótesis como que las naranjas previenen el cáncer, que los cachitos en la luna anuncian lluvia e incluso que el alcoholismo produce genios, pero antes de darnos a la bebida para que nuestros nietos o bisnietos compongan maravillosas sinfonías, es necesario recurrir a los análisis epidemiológicos.