7 de abril
Día Mundial de la Salud 2005: “Cada madre y cada niño contarán”
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) cada año mueren cerca de 11 millones de niños, lo que representa unas 30.000 muertes por día, el 40 por ciento de las cuales ocurre durante el primer mes de vida. Asimismo, en los países en desarrollo, las complicaciones del embarazo se encuentran entre las causas principales de muerte y discapacidad en mujeres de entre 15 y 49 años. De hecho, para aquellas nacidas en América Latina o el Caribe, las probabilidades de morir por complicaciones del embarazo son 27 veces mayores que para una mujer nacida en países del Primer Mundo.
Tanto en el caso de las madres como en los niños, la mayoría de las causas que llevan a estas muertes son tratables e incluso prevenibles. Esta es la paradoja que llevó a la OMS a enfocar la atención en el bienestar materno-infantil para el Día Mundial de la Salud 2005, que se celebra el 7 de abril bajo el lema “Cada madre y cada niño contarán”, con el objetivo de que los gobiernos y la comunidad internacional otorguen mayor importancia a la salud de mujeres y niños.
Conjuntamente con el día Mundial de la Salud se presentará públicamente el Informe de la OMS sobre la Salud en el Mundo 2005, que este año aborda, precisamente, temáticas relacionadas con el bienestar materno-infantil.
Según ha señalado la doctora Joy Phumaphi, subdirectora general del área de Salud de la Familia y la Comunidad de la OMS, está comprobado que la enfermedad y la muerte reducen los ingresos familiares y aumentan el gasto, lo que demuestra que las madres y los niños sanos son la base de una comunidad y de un país saludable. Si las madres sobreviven y prosperan, esto repercutirá en sus hijos, lo que también se verá reflejado en el bienestar de sus sociedades.
Metas y desafíos
A nivel mundial muchas madres y niños mueren o padecen los efectos de una mala salud, de una alimentación deficiente o de una asistencia sanitaria inadecuada. Todos los años más de medio millón de madres muere en el parto, al tiempo que 10,6 millones de niños menores de cinco años fallecen a causa de un conjunto de enfermedades prevenibles y tratables haciendo uso de conocimientos actuales y de medios accesibles. La mayoría de esas muertes se producen en países con ingresos bajos y medios, principalmente entre las personas más pobres.
Por todo ello, a través del Día Mundial de la Salud, la OMS busca que en todo el planeta se tome conciencia tanto sobre esta tragedia innecesaria, como acerca del esfuerzo que es necesario realizar para defender la vida y la salud de estos valiosos miembros de la sociedad.
El organismo pretende estimular la adopción de medidas por parte de los gobiernos nacionales, los donantes internacionales, las organizaciones no gubernamentales, el sector privado, los medios de comunicación, los grupos comunitarios y las personas.
En este sentido, la información y difusión del tema juega un papel clave, ya que permite dar a conocer a todas las instancias la existencia de intervenciones sostenibles destinadas a mejorar la supervivencia, la salud y el bienestar de las madres y los niños.
Uno de los desafíos de la iniciativa mundial es sensibilizar a la población, así como a los organismos gubernamentales y privados sobre el grado en que la enfermedad, el sufrimiento y la muerte afectan a las mujeres y a los niños, y el efecto que esto tiene en la salud y en el desarrollo social y económico de los pueblos. También resulta importante difundir de mejor forma las soluciones existentes, para que las personas sepan que hay medios asequibles y eficaces que pueden evitar muchas de estas muertes, lo que pasa por aplicar un conjunto de intervenciones preventivas y curativas destinadas a las madres y a los niños que las necesiten, pasando de la teoría a la práctica incentivando la responsabilidad y la labor colectiva a través de la puesta en marcha de programas y servicios, a la vez que generando mejores accesos a los servicios básicos de salud.
Escenario epidemiológico
Casi el 99 por ciento de las defunciones maternas y más del 90 por ciento de las muertes de niños menores de cinco años se produce en países con ingresos bajos y medios, principalmente en África subsahariana y Asia meridional.
Pese a que existen diferencias entre las naciones, en todos los países del mundo las madres y los niños de las familias más pobres son quienes tienen mayor riesgo de muerte.
Al enfocarse en las causas, autoridades de la Organización Mundial de la Salud han señalado que el 70 por ciento de todas las defunciones maternas están provocadas únicamente por cinco factores: hemorragias (24 por ciento), infecciones (15 por ciento), abortos peligrosos (13 por ciento), hipertensión arterial (12 por ciento) y parto obstruido (8 por ciento). Asimismo, la pobreza, la exclusión social, bajos niveles de educación y la violencia contra la mujer también son causas importantes que están en el origen de la muerte y la discapacidad maternas.
Otros elementos importantes que inciden en el riesgo de muerte están dados por las mujeres que quedan embarazadas muy jóvenes, que han tenido numerosos partos, que sufren desnutrición o anemia, o que padecen enfermedades infecciosas, tales como el paludismo, la tuberculosis y, cada vez más, el VIH/SIDA. De hecho, éste último cuadro constituye una amenaza cada vez mayor para las madres y sus hijos, ya que actualmente, las mujeres representan casi la mitad de la población adulta que vive con el Virus de Inmunodeficiencia Humana, lo que no sólo pone en peligro la salud de la mujer, sino que aumenta el riesgo de transmisión a los neonatos.
En el caso de los niños, hay un conjunto de patologías prevenibles y tratables que son las causantes de más del 70 por ciento de todas las muertes infantiles, entre las que se encuentran la neumonía, la diarrea, el paludismo, el sarampión, el VIH/SIDA y una serie de afecciones que aparecen en el periodo perinatal, tales como insuficiencia ponderal, traumatismos y asfixia al nacer, septicemia neonatal, neumonía, meningitis y tétanos.
Pese a que no suele incluirse entre las causas directas, la malnutrición interviene en más de la mitad de esas defunciones, al aumentar el riesgo de muerte del niño. Al contrario de lo que suele pensarse, no sólo la falta de acceso a alimentos provoca este cuadro, sino que también se produce por prácticas inadecuadas de alimentación e infecciones, o una combinación de ambas.
Pobreza, enfermedad y conocimientos
Dentro de los eslabones que conforman la cadena que afecta a la salud materno-infantil, y por lo tanto a la salud de las comunidades en las que viven, según un estudio del Banco Mundial el bienestar de los niños es indispensable para que exista desarrollo económico y social.
El organismo estima que por cada dólar que se invierte en la salud infantil, se obtienen siete dólares gracias a una reducción del gasto social y a un aumento de la productividad de la población joven y de la población adulta. Por el contrario, cuando un niño muere o enferma, la familia y la sociedad se ven afectadas, ya que las patologías frecuentes y la malnutrición impactan negativamente al desarrollo cognitivo, al tamaño corporal y a la energía de los menores, lo que disminuye el rendimiento escolar final y, posteriormente, la productividad y la capacidad de trabajo.
En cuanto a los conocimientos y medios disponibles en la actualidad para reducir el número de defunciones maternas, según la OMS es necesario proporcionar acceso a todas las mujeres a servicios de atención de salud de buena calidad que cuenten, al menos, con asistencia en el parto por personal competente, servicios obstétricos de urgencias en caso de complicaciones y una red operativa de consultorios que garantice el acceso a los servicios de urgencia cuando sea necesario.
Con el objetivo de reducir la discapacidad y la muerte materna y del recién nacido, el organismo también aconseja intervenciones probadas y eficaces como el apoyo social durante el parto; que la lactancia materna se inicié antes de una hora a partir del nacimiento; que se mantenga la higiene y la temperatura adecuada del recién nacido, entre otras medidas básicas.
Asimismo, pide administrar a todas las mujeres embarazadas el modulo de atención prenatal de la OMS; utilizar sulfato magnésico para tratar la preeclasmpsia y la eclampsia graves; hacer uso de un partograma para detectar el parto obstruido; administrar oxitocina a todas las mujeres como parte del manejo activo de la tercera fase del parto, así como suplementos de hierro y folato durante el embarazo para prevenir la anemia materna.
Con estas intervenciones preventivas y curativas, los expertos de la OMS estiman que podría salvarse la vida de más de seis millones de niños al año, esfuerzo para el cual resulta muy valiosa la acción de la comunidad internacional, a través de alianzas con principios y objetivos definidos de común acuerdo, que permitan mejorar las condiciones sanitarias y prevenir el fallecimiento de más mujeres y niños, cuyas vidas no sólo cuentan para el Día Mundial de la Salud, sino que son fundamentales para el bienestar y el desarrolló de la humanidad.
Por Paloma Baytelman
