Dr. Marcelo Maturana, la fuerza del “Mejor Docente”
Tras una encuesta en la que más de 450 alumnos calificaron el desempeño de sus profesores, en el marco de las Jornadas de Medicina que la Universidad de Concepción realizó en junio de 2004, se premió a los docentes destacados de esa casa de estudios superiores.
Uno de ellos recibió el premio al “Mejor Docente”, se trata del doctor Marcelo Maturana, quien se desempeña hace nueve años como profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción. Aunque nunca se planteó la docencia como una alternativa laboral, hoy siente que no podría dejar a sus estudiantes.
Casado y padre de tres hijos, el pediatra y experto en infectología creció en San Bernardo, donde estudió la enseñanza básica y media. Luego estudió Medicina en la Universidad de Chile, sede Norte, y más tarde cursó su especialidad en Concepción. Allí se sintió fuertemente influenciado por los doctores Alberto Moreno y Jacinto Rojas. “Antes de eso, cuando estudiaba medicina, mientras hacíamos la práctica pediátrica en el Hospital Roberto del Río, también me marcó el quehacer del doctor Alfredo Avendaño. Para mí él fue como una proyección de lo que yo quería ser profesionalmente, porque él era profesor universitario, pediatra de consulta y papá. Esa imagen, de un hombre completo, fue una gran influencia para mí”, explica el doctor Maturana.
Tras ser director del Hospital de Castro y seguir un curso de Administración, sintió que su camino estaba cerca de la universidad. “No quería seguir en Santiago y elegí Concepción, porque es una cuidad grande, que tiene universidades, que tiene juventud, que tiene empuje y actividad cultural, pero todavía con los beneficios de vivir en provincia: uno puede ir a almorzar a la casa, las distancias son relativamente cortas y hay una mejor calidad de vida”.
El doctor Maturana dicta las cátedras de infectología pediátrica en el postgrado de Odontopediatría y da clases de infectología a becados. Además trabaja con jóvenes de sexto y séptimo año de Medicina y hace cursos prácticos a la carrera de Nutrición y Dietética. “Los primeros 4 ó 5 años en la universidad hice tutorías a alumnos de primer y segundo año. Me encantaba ese trabajo, pero ya no lo puedo hacer por problemas de tiempo”.
El docente señala que uno de sus próximos desafíos es aprender a enseñar, a través de capacitación y cursos de docencia. “El área de la educación médica está recién partiendo y es muy interesante para la formación de los profesionales del futuro”, cuenta entusiasmado.
Precisamente, esa es una de las características de este médico, la pasión que pone en cada cosa que emprende. “Me encanta estar con los jóvenes. Todos los días pasan cosas divertidas, los alumnos me hacen reír, cada uno en su estilo, con su personalidad distinta. Para trabajar con ellos lo importante es programar las actividades, aún cuando no parezca así al momento en que lo estás haciendo. En ese sentido se asemeja a una actuación, se prepara un guión, pero una vez que estás en escena, ese guión tiene modificaciones, debido a la interacción con los alumnos”.
El doctor Maturana imparte clases a grupos que van de los cuatro a los 40 alumnos, dependiendo de la actividad. Semanalmente se reúne en el Consultorio Víctor Manuel Fernández con cursos pequeños de alumnos e internos, con los cuales realiza reuniones clínicas, donde enfrentan a pacientes y casos reales.
Según el pediatra, lo más difícil fue enfrentar los primeros meses como docente. “Uno no sabe qué tiene que hablar, ni como programar las reuniones, sobre todo las sesiones clínicas, en las que no hay una pauta rígida, hay un tema pero es muy amplio. Después eso se aprende, se hace más fácil. Además, uno nota la diferencia de edades, cuando llegan a primero los alumnos y cuando ya están más grandes, en sexto o séptimo año. Han madurado, son más responsables, hacen mejores preguntas... Sus inquietudes se vuelven más peligrosos”, dice riendo.
Tan importante es la docencia en la vida del doctor Maturana, que no se imagina abandonando esta labor. “La Universidad es el tronco de mi trabajo. Podría dejar de hacer turnos, dejar la consulta, pero no las clases”
En la actualidad el pediatra está muy interesado en la aplicación de las nuevas tecnologías a la medicina y, en especial, en el flujo de información que permite Internet y otras herramientas informáticas. “Estos factores son los que cambiarán el perfil del futuro docente universitario. Los alumnos son quienes deben asumir la responsabilidad de su propia formación, porque hoy la información está en todas partes. Ya no es necesario ir a una biblioteca o tener dinero para comprar un libro, porque la información está en Internet. El objetivo del docente, entonces, será orientar a sus estudiantes y entregarles las herramientas necesarias para buscar y comprender esa información”.
En este escenario, tener la capacidad de adaptarse al cambio es una habilitad vital según el doctor Maturana. “Para bien o para mal el escenario ha cambiado y uno debe adaptarse a él. Está cambiando el conocimiento, la sociedad, las políticas laborales. Son cambios importantes y creo que no estamos preparando adecuadamente a nuestros jóvenes. Hay que seguir nuevos métodos, más integradores, que permitan mayor trabajo en equipo, más interdisciplinarios, pero sin perder la perspectiva de que el conocimiento es sólo una herramienta, pues lo importante es el trabajo con el paciente, que el médico entregue la atención, el cariño, el interés, el trato humano de los problemas de los pacientes. La comunicación es mucho más importante que el conocimiento y la tecnología, pues fortalece la relación médico-paciente".
Al ser consultado sobre la distinción a través de la cual sus alumnos lo eligieron como el mejor docente, el profesional admite sentirse orgulloso. “Este es un premio que se gesta a través de una encuesta hecha a los estudiantes, instancia en que no intervienen ni las autoridades ni la estructura administrativa de la universidad. Por eso la satisfacción es máxima, pues se trata de algo espontáneo y eso es gratificante. En todo caso, yo no voy a cambiar por esto, al contrario, hay que seguir trabajando. Tomo el premio con humildad”, expresó.
Por Soledad Cabrera
