https://www.savalnet.bo/mundo-medico/reportajes/3473.html
12 Julio 2004

Examen Médico Nacional: conocimientos a prueba

Como respuesta al aumento de profesionales y con la finalidad de aportar a las escuelas una herramienta objetiva, que les permita evaluar la formación de sus egresados, la Asociación de Facultades de Medicina de Chile (Asofamech) creó este elemento de medición.

Cada año cientos de profesionales egresan de las facultades de medicina que existen a lo largo del país. En un futuro cercano, cuando título en mano se dispongan a buscar trabajo, junto a sus antecedentes, en muchos lugares deberán presentar el certificado del Examen Médico Nacional (EMN).

Se trata de una prueba escrita, que fue creada por Asofamech con el propósito de aportar a la sociedad una forma objetiva de medir los conocimientos teóricos de los médicos que inician su ejercicio profesional en el país. Asimismo, la herramienta permite a las escuelas evaluar la formación que están entregando a sus alumnos.

El examen, que se rinde al final de la carrera, se aplicó oficialmente por primera vez en diciembre de 2003 y desde este año será un paso obligatorio en el proceso de título, para todos los egresados de instituciones pertenecientes a la Asociación de Facultades de Medicina de Chile.

Midiendo el saber

Estudiar medicina es el sueño de muchos jóvenes que ingresan al sistema de educación superior. Para quienes tienen la suerte de lograrlo, vienen esforzados años de clases en el campus y de internado en algún establecimiento de salud. A todo ello, ahora se suma el EMN, como una forma de garantizar, comparativamente, una adecuada preparación universitaria.

La historia del EMN se remonta a 1999, cuando las siete escuelas de medicina que en esa época conformaban Asofamech (Universidad Austral; Universidad de Chile; Universidad de Concepción; Universidad de la Frontera; Universidad de Santiago; Universidad de Valparaíso y Pontificia Universidad Católica de Chile) se dieron cuenta del importante aumento de facultades que dictaban la carrera de medicina en nuestro país, la que, actualmente, es impartida en 18 casas de estudio, tanto públicas como privadas. A ello, se sumaba el creciente número de profesionales extranjeros que llega a Chile, todo lo cual hizo necesario crear un instrumento efectivo y generalizado de evaluación.

Surgió entonces la idea de medir los conocimientos de los estudiantes que egresan de la carrera de medicina. “No es que dudemos de la calidad de la educación que entregan las nuevas escuelas. Para nosotros, la idea de la prueba es lograr cierta uniformidad en los contenidos, porque las materias que se enseñan no son iguales en todas las casas de estudio. Buscamos perfiles mínimos de conocimientos, aplicados gracias a un consenso entre las universidades”, explica la doctora Elsa Ruggiero, miembro del comité técnico del Examen Médico Nacional.

La prueba consiste en 180 preguntas, las cuales abarcan siete materias: Medicina Interna (gastroenterología, cardiología, enfermedades respiratorias, endocrinología, diabetes y nutrición, neurología, nefrología, reumatología, hemato-oncología, enfermedades infecciosas y gerontología); Cirugía; Pediatría; Gineco-obstetricia; Psiquiatría; Aspectos administrativos de salud y Especialidades, donde se miden conocimientos relacionados con oftalmología, otorrinolaringología y dermatología.

Las evaluaciones se realizan de acuerdo al número de respuestas correctas, equivalentes a un porcentaje de rendimiento, que va de 1 a 100. Pese a que la prueba mide conocimientos, los estudiantes que la realizan no arriesgan la reprobación, puesto que el EMN no contempla ni el fracaso ni el éxito; la herramienta sólo registra puntajes, datos que posteriormente son entregados de forma confidencial a las escuelas y a cada uno de los estudiantes.

“En un principio, el EMN tiene dos objetivos: medir a los alumnos y medir a las escuelas. Como no hay parámetros que indiquen cuáles puntajes son buenos y cuáles los malos, la única forma de saberlo es a través de la comparación. Una vez que las escuelas reciben el informe con los resultados generales, comparan a los alumnos dentro de las casas de estudio y entre escuelas, para saber cuáles están en mejores condiciones y cuáles tienen aspectos educacionales por mejorar”, comenta el doctor Beltrán Mena, presidente del comité directivo del Examen Médico Nacional.

Con el puntaje en la mano, el nuevo médico saldrá a dar la lucha en el mundo laboral, mientras que las facultades de medicina podrán saber cuáles fueron los resultados de sus alumnos, con el fin de realizar las modificaciones pertinentes a sus respectivos planes de estudio.

Estos datos también servirán como parámetro a instituciones o empresas que requieran contratar personal médico, así como a organismos que entregan becas de investigación o perfeccionamiento a los profesionales.

Aunque el criterio no será siempre de este modo, todo parece indicar que el mejor puntaje tendrá mayores oportunidades, frente a quienes obtengan calificaciones menores. De todos modos, si alguien no quedó conforme con su puntaje, puede rendir el EMN hasta tres veces.

Según el doctor Mena, la prueba ha funcionado bien, aunque tiene un defecto: no mide todos los conocimientos del futuro profesional. “La labor del médico abarca tres dimensiones: los conocimientos aprendidos, las habilidades y las aptitudes. El EMN sólo mide la primera de ellas, lo que es entendible, puesto que las habilidades y las actitudes son mucho más difíciles de cuantificar. Sin embargo, no hay que olvidar que pese a esta deficiencia, al menos tenemos una herramienta válida en un aspecto, no como antes, que no había nada”, sentencia.

Como la prueba es un instrumento nuevo, que se aplicó por primera vez en 2001 y fue considerada como una iniciativa experimental hasta el año 2002, aún está sujeta a cambios. Según explica la doctora Ruggiero, se está trabajando en el desarrollo de una herramienta tipo OSCE (Examen Clínico Objetivamente Estructurado, por su sigla en inglés), capaz de ahondar en las habilidades y aptitudes de los médicos, con el fin de llenar el vacío que existe actualmente.

Evaluación para todos

Según los directivos de la iniciativa, uno de los errores que más frecuentemente se ha dado en la opinión pública, es el hecho de pensar que el Examen Médico Nacional nació como una forma de defender a las instituciones “tradicionales”, frente a la aparición de nuevas escuelas de medicina. Para la agrupación encargada de aplicar la herramienta, esta distinción no existe y lo ideal es que todas las facultades se integren a Asofamech, para que de esta forma tengan representantes en la comisión del EMN, donde se discuten y elaboran las preguntas de la prueba.

De hecho, en la actualidad, 18 escuelas de medicina son parte del organismo, 11 de las cuales participaron en el EMN 2003, iniciativa que además de las instituciones antes mencionadas, contó con la presencia de egresados de las universidades de Los Andes, San Sebastián, Católica de la Santísima Concepción y de Antofagasta. Las siete escuelas restantes, aún no han sacado su primera promoción, como es el caso de las universidades del Desarrollo y Andrés Bello, pero sus estudiantes rendirán el examen una vez que hayan terminado la carrera. Cabe destacar que el año pasado, la asistencia de los alumnos al EMN fue del ciento por ciento.

La doctora Carolina Herrera, secretaria académica de la Escuela de Medicina de la Universidad Andrés Bello, está consciente del desafío que impone el EMN, pero también admite que la prueba “no es lo único que nos permite medir la calidad de nuestra educación. Es cierto que los conocimientos son importantes, pero existen muchas perspectivas más por evaluar, cuestión que nosotros tenemos clara”, asegura.

A futuro, en forma paralela al desarrollo de una nueva metodología para el EMN, también se piensa en evaluar a los médicos extranjeros que trabajen en el país y, de esta forma, cubrir por completo el campo profesional.


Por Francisco Bustos