Pesadilla digital: contracara de la modernidad
Si la tecnología moderna ha sido diseñada para darnos poder y hacernos más libres, ¿por qué –entonces- muchas personas se sienten esclavas de estos aparatos? y ¿qué pasa cuando los requerimientos de la sociedad de la información constituyen una verdadera amenaza para la salud? El uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) como herramienta de trabajo está teniendo un gran impacto no sólo en el mundo laboral, sino que también social. Si bien estos avances se pueden considerar inocuos, también pueden acarear consecuencias negativas para los usuarios.
El tecnoestrés está directamente relacionado con los efectos psicosociales negativos del uso de las TICs y fue abordada, por primera vez, por el psiquiatra norteamericano Craig Brod en 1984 en su libro Technostress: The Human Cost of the Computer Revolution, donde la definió como “una enfermedad de adaptación causada por la falta de habilidad para tratar con las nuevas tecnologías del ordenador de manera saludable”.
Hoy, casi transcurrida la primera década del siglo XXI, esta patología –también conocida como síndrome de fatiga informativa- se ha extendido más allá del área informática y tiene que ver también con aquellos artefactos de la era digital que se han colado a casi todos los aspectos de nuestra vida, generando incluso dependencia.
Los psiquiatras Jamie Spiegelman y Allan Detsky de la Universidad de Toronto publicaron en la Journal of the American Medical Association (JAMA) un estudio sobre comunicación móvil, eficiencia y calidad de vida, donde reconocen que las nuevas formas de comunicación han traído ventajas obvias. “Hoy es posible comunicar información con rapidez en cualquier lugar o situación y se ha facilitado además la comunicación entre científicos de todo el mundo o compartir, por ejemplo, imágenes de una radiografía con otros colegas a través de un computador para conocer su opinión”.
Sin embargo, son enfáticos en señalar que cuando el uso de la tecnología deja de ser funcional y pasa a esclavizar la vida de una persona se cae en esta nueva patología que ya las entidades de salud del mundo deberían empezar a prestar mayor atención.
El uso de los teléfonos celulares, además de aumentar las distracciones de los conductores y la probabilidad de sufrir un accidente de tráfico mientras se maneja, se ha encargado de robar una parte importante de la comunicación cara a cara, la que se ha visto sustituida por mensajes de texto, chats o conversaciones telefónicas, generando incluso comportamientos antisociales, que ha hecho que los individuos se vuelvan más invasivos y mal educados, ya que muy pocas personas son capaces de participar en una conversación de persona a persona, escribiendo un mensaje de texto y manteniendo una conversación por celular con otra.
Además, el estudio muestra cómo las tecnologías móviles impiden mantener las fronteras entre la vida laboral y personal. Con la comunicación instantánea se está trabajando mucho más. De hecho algunas encuestas han graficado cómo los ejecutivos son más propensos a trabajar en vacaciones y cómo los empleados con acceso externo al sistema informático de una empresa trabajan entre dos a tres horas más al día que cualquier otro funcionario que no tiene ese privilegio.
Incluso, el avance tecnológico está cambiando la percepción del tiempo, provocando una necesidad artificial de estar siempre conectados y generando inseguridad y angustia cuando las personas se ven separadas de sus aparatos móviles, lo que genera consecuencias en el bienestar emocional.
Aunque suene contradictorio el estrés tecnológico se manifiesta por una excesiva dependencia hacia herramientas como el computador, el celular, internet, entre otras, o por un rechazo compulsivo a las mismas. Sus efectos alcanzan, por ejemplo, a la mitad de la población universitaria en Estados Unidos y una situación muy parecida ocurre en naciones como Japón e Inglaterra.
Cabe recordar que, en general, el estrés es una respuesta corporal y emocional que presenta una persona cuando debe resolver un problema o enfrentar un conflicto que parece no tener solución. Entonces, en el caso específico de la tecnología, síntomas como nerviosismo, angustia o ansiedad aparecen en el momento en que la persona se enfrenta a algo novedoso y, en apariencia, bastante complejo; porque desea adquirirlo; o porque no puede dejar de depender de ellos. A diferencia de otros tipos de estrés, el tecnológico no se considera grave, todavía.
Para evitar la dependencia tecnológica, los expertos proponen algunas soluciones: reservar un día a la semana sin tecnología para fomentar la comunicación hablada y la relación personal; profundizar en el objeto de la tecnología y utilizarla sólo para lo estrictamente necesario; y limitar el horario de juego o de conexión a internet a un periodo determinado en el día.
¿Cree poder lograrlo?, sino ya sabe, una buena tecnoterapia para prosperar en la era de la alta tecnología y asunto resuelto.
