Temuco
Geriatría con constancia e innovación
De acuerdo a cifras del Instituto Nacional de Estadísticas, en la Región de la Araucanía existen unos 68.000 adultos mayores de 65 años. En ese contexto poblacional que lleva implícito una serie de problemas sociales, un grupo de médicos trabaja intensamente por otorgar a los adultos mayores de la zona una mejor calidad de vida. Para ello han conformado un muy buen equipo, dirigido por la doctora Marcela Montero, quien de una u otra forma ha impulsado el trabajo a partir de su pasión por la geriatría.
De hecho, la doctora Montero dice que su sueño es tener el tiempo suficiente para realizar las decenas de proyectos que despiertan su creatividad. Y sin duda es una persona reconocida por su capacidad de trabajo y entusiasmo.
Desde luego, abordar este tipo de realidades significa una búsqueda permanente de recursos, y no siempre es posible obtenerlos. Pese a ello, la profesional explica que hace tiempo decidió sacar de su vocabulario la palabra problemas y reemplazarla por la idea de logros y proyectos concretos.
Muchas veces la problemática del adulto mayor se resume en que debe enfrentarse a la pérdida de algunas capacidades, en un medio cada vez más veloz y cambiante. Esta situación es aún más compleja si se considera que en la Región de la Araucanía, buena parte de estas personas viven en sectores rurales y tienen un nivel educacional relativamente bajo.
Frente a esta realidad, la doctora Montero ha constituído uno de los equipos más destacados del Sur de Chile en lo que a salud del adulto mayor se refiere. Por su labor el grupo ha recibido diversas distinciones. “Para mí estos reconocimientos son motivo de orgullo, pero estar contenta con lo que haces y que tus pacientes te quieran, vale más que cualquier premio”, señala.

La profesional se define como santiaguina de nacimiento, pero temuquense por adopción. Luego de cursar la enseñanza media en la capital, llegó a estudiar medicina a la sede de la Universidad de Chile en Temuco, casa de estudios que posteriormente se transformó en la Universidad de La Frontera (UFRO), desde donde egresó en el año 1987.
Su deseo era formarse en geriatría, pero en esa época en Chile no se dictaba la especialidad, de modo que completar estudios en esa disciplina significó un camino bastante largo. “Me fui a trabajar en Vilcún (a unos 60 kilómetros de Temuco), en uno de los primeros consultorios que se traspasaron a las municipalidades. Allí estuve tres años, luego partí a Victoria y más tarde a Temuco, cuando me ofrecieron encargarme del departamento de Salud Rural de la Municipalidad. Recién entonces surgió la posibilidad de realizar la beca de Medicina Interna en el Hospital Paula Jaraquemada de Santiago, pero con destino La Serena”.
Ella siempre tuvo interés en trabajar en la IX Región, lo que fue posible gracias a que permutó el destino de la beca con una colega, por lo que pudo estudiar la especialidad en la UFRO. En esa etapa de su vida fue fundamental el doctor Gonzalo Ossa. “Él era jefe del Servicio de Medicina y fue el guía indiscutido de todos quienes nos formamos como internistas en Temuco”, comenta.
A principios de los ‘90 la especialidad sólo se podía estudiar en el extranjero, camino que tomaron los doctores Juan Carlos Molina, Víctor Hugo Carrasco, Friedrich von Mühlenbrock, Pilar Quiroga, Pedro Pablo Marín y Juanita Silva. “Cuando la geriatría recién se creó en Chile, la primera en terminar la beca completa fue la doctora Adela Herrera”, explica.
Diferencia y vocación
La doctora Marcela Montero siempre se sintió atraída por todo lo relacionado con los adultos mayores. “Me crié en una familia longeva: mis dos abuelas vivieron más de 94 años, tenía tíos de mucha edad, y con ellos se vivía un ambiente muy agradable porque eran personas autovalentes, sanas, alegres y activas. Ellos marcaron una etapa de mi vida que fue muy bonita y que influyó en mis futuras decisiones. Después, cuando comencé a estudiar y luego a trabajar, me di cuenta que no todos querían querían atenderlos, porque resultaba más demoroso que examinar a otros pacientes más jóvenes. Además requerían de un trato diferente, porque sus problemas son distintos”.

La profesional explica que su interés por la geriatría se dio en un escenario mundial en el cual los adultos mayores comenzaron a adquirir cada vez mayor importancia. “Es necesario cambiar un poco la mentalidad de la gente con respecto a este grupo etario, para crear conciencia de que ésta etapa de la vida obedece a un proceso lógico que, ciertamente, implica una disminución de la reserva funcional en muchos aspectos, pero si uno es capaz de invertir previamente, llevando un estilo de vida saludable, puede llegar al envejecimiento en buena forma. De hecho, todos los programas que hay en el mundo, y también en Chile, están dirigidos a mantener y fomentar el autocuidado y la autovalencia. En cuanto a las enfermedades crónicas, cuando estas se manifiestan, lo ideal es tratar de mantenerlas bajo control”.
La carga genética, el ambiente, la educación y muchos otros factores, influyen en la calidad de vida con que se llega a la vejez. “Lo que se necesita es un cambio cultural. Por eso es importante educar a todas las personas desde que son jóvenes, en los hábitos que conducen o previenen ciertas patologías y el manejo de las enfermedades crónicas, que actualmente constituyen un problema bastante grave en Chile. Hay costumbres muy dañinas que hemos adquirido de otros países, como por ejemplo, el consumo desmedido de comida chatarra. Actualmente tenemos un importante número de niños obesos, que si no se controlan en ese aspecto, lo más probable es que tengan una adultez complicada, desarrollen enfermedades crónicas precoces y su envejecimiento sea mucho más rápido, con una calidad de vida menor de la que hubieran logrado cuidándose”, señala la doctora Montero.
Explica que junto a sus colegas se ha dado cuenta de que en Chile, hasta hace unos pocos años, existía lo que ellos denominan una cultura del Viejismo. “Se veía a la vejez como un fenómeno negativo, que sólo traía pérdidas. Se ha estado trabajando en ello y creo que ha habido un avance, puesto que el anciano está teniendo cada vez un mayor espacio. Sin embargo, todavía nos falta mucho por hacer, porque ellos necesitan aún más reconocimiento social. Son personas que tienen experiencias y conocimientos que pueden seguir aportando y eso aún no se ha logrado del todo".
Trabajo en equipo
Al desarrollar su beca, la doctora Marcela Montero se dio cuenta que en la región habían varias personas con sus mismas inquietudes, que poseían formación en el área y tenían la experiencia necesaria para conformar un grupo de trabajo. Así fue que junto a las doctoras Talía Osorio, Margarita Figueroa (internista gerontóloga de la Araucanía Norte) y María Ibaceta (cirujano plástico), crearon una comisión regional que incluye a los dos servicios de salud de la zona.

El equipo liderado por la doctora Montero ha logrado poner en práctica varios proyectos. “Actualmente estamos creando un área de investigación en la que estudiaremos, por ejemplo, si los mismos parámetros que se utilizan para evaluar a la población a nivel nacional, sirven para conocer la realidad de ancianos mapuches y/o de comunidades rurales. De este modo, podremos saber qué modificaciones tendríamos que realizar en los instrumentos de análisis, para que su aplicación en la zona sea útil. También tenemos otro proyecto que consiste en mejorar la calidad de atención que reciben los ancianos que se atienden en el Hospital Regional. Queremos asegurarnos que se vayan de alta con la indicación adecuada y poder realizar un manejo y un seguimiento acordes con sus necesidades, que sean factibles de desarrollar en la atención primaria. Por último, a través de un programa de colocación familiar, estamos realizando un trabajo orientado al anciano que está solo, pero que no tiene ninguna patología aguda. Para ello, hemos formado cuidadoras de ancianos. Incluso, cuando un adulto mayor que proviene de un sector rural es dado de alta del hospital, una de estas cuidadoras lo recibe en su propio hogar, hasta que el anciano esté totalmente repuesto y pueda volver a su casa”.
Al trabajar en el hospital de Pitrufquén, la doctora Montero y su equipo comprobaron que siempre iba la misma gente y que habían muchas personas que no tenían los medios necesarios para acudir a consulta. “La primera estrategia fue salir del hospital. Fuimos a las juntas de vecinos, nos prestaron sus sedes y el enganche era que iba a ir la especialista. Por eso, en un principio la gente se quería atender sólo conmigo, hasta que los pacientes adquirieron confianza y se dieron cuenta del profesionalismo de todo el grupo. Así se fue solucionando la sobreocupación del hospital, donde antes se instalaban camas hasta en los pasillos, cosa que no ha vuelto a suceder desde que partimos con estos operativos”.

La profesional explica que en geriatría, para lograr el restablecimiento de la salud de una persona, no basta con centrarse sólo en la enfermedad. Es necesario que el individuo desarrolle o potencie su capacidad de valerse por sí mismo, se mantenga cognitivamente activo y tenga apoyo social y familiar, es decir, que sea una persona integral. “Sólo así los adultos mayores pueden mejorar su calidad de vida y, de paso, contribuir a su comunidad, pues dejan de ser una carga para su familia, ya que no están postrados ni en el hospital. Estamos realizando un trabajo intersectorial, pues las enfermedades de los ancianos no son solamente orgánicas, sino que influyen aspectos tales como la soledad, la depresión, el nivel sociocultural y la situación económica, entre muchos otros factores”.
Las iniciativas de la Comisión del Adulto Mayor se han desarrollado durante los últimos cuatro años, periodo en el cual el equipo de la doctora Montero ya ha podido notar una mejora en la calidad de atención que reciben los adultos mayores, al mismo tiempo que los proyectos benefician a la comunidad al extender sus redes de ayuda. “El anciano se recupera de mejor forma cuando se queda en estos hogares intermedios que cuando permanece en el hospital, donde no tiene mayores estímulos. Además, gracias al apoyo de autoridades regionales, hemos podido capacitar a dueñas de casa que estaban cesantes y que ahora tienen un ingreso por cuidar a estos ancianos en sus propias casas, sin descuidar a sus hijos”.
Según explica la doctora, la idea es replicar el proyecto en Victoria y otras comunas de la región. De esta manera, se irán erradicando casas de reposo y hogares clandestinos que no siempre cumplen con las condiciones necesarias para atender a los ancianos de buena manera. Aunque han recibido apoyo del Ministerio de Salud, del MIDEPLAN y de la secretaria nacional del adulto mayor, requieren más fondos para extender sus redes de trabajo, financiamiento que esperan recibir de organismos públicos o privados.
Además de estos proyectos, la comisión está trabajando en capacitar monitores, dirigentes de adultos mayores, dirigentes comunales y facilitadores interculturales, que son personas mapuches que trabajan apoyando al equipo en los hospitales y consultorios. Asimismo, para difundir conocimientos sobre las formas de llegar a una buena vejez, el grupo de la doctora Montero participa desde abril de 2003 en un suplemento sobre adultos mayores que aparece bimensualmente en el diario La Nación.
Allí, exponen diversos contenidos y consejos para llegar a la vejez de buena forma. Además de tener una alimentación sana y practicar algún deporte, la doctora Montero destaca la importancia de mantenerse intelectualmente activo. “Hay que continuar estudiando, leyendo, aprendiendo cosas nuevas. Es muy estimulante ver viejitos en el consultorio que, con más de 70 años, están aprendiendo a leer, a escribir, a sumar, conceptos básicos de computación, o nivelándose en la enseñanza básica. Son personas a las que se le abre un mundo”.
Consultada sobre cómo se imagina su vejez, la especialista dice que es importante llegar a esa etapa de la vida con sentido del humor, en forma jovial, pero con tranquilidad. “A pesar de las pérdidas inevitables que todos vamos a tener, quisiera formar parte de un grupo, ya sea con amigos o familiares. Por eso creo que hay que cultivar la amistad, el trabajo y las motivaciones, para continuar integrada socialmente y aportando hasta que se pueda”.
