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14 Enero 2008

Salud: grandes hitos del 2007

Cada día un nuevo avance tecnológico nos sorprende aún más; en la televisión la gente consume cientos de productos con cara de felicidad, y por las calles de los centros financieros de las grandes urbes, mujeres y hombres caminan luciendo la última moda de la temporada.

Pero más allá de los teléfonos celulares y las pantallas planas; de las películas y las series de televisión; de las tendencias que impone Nueva York, Londres y Milán… Más allá de todo eso, hay otras realidades mucho más grandes y verdaderas, realidades que no brillan por el glamour, sino por el horror de millones de personas que continúan siendo afectadas por enfermedades que, muchas veces, el Primer Mundo pareciera haber olvidado.

Para poner de manifiesto esta brecha, la Organización Mundial de la Salud, ha anunciado cuáles fueron las grandes deudas y los avances de 2007, entre las que se cuentan la persistente e inminente amenaza de una pandemia de gripe, los brotes de fiebres de Ébola y Marburgo o de otras enfermedades infecciosas y los elevados índices de mortalidad femenina durante el embarazo y el parto en los países en desarrollo.

Entre los aspectos positivos, destaca la intervención de instancias tanto públicas como privadas que se asociaron, con notables resultados, para mejorar la situación sanitaria mundial. En este ámbito, por ejemplo, se realizaron progresos para atajar el resurgimiento de la fiebre amarilla en África; entró en vigor el Reglamento Sanitario Internacional, que marca al mundo claras pautas para notificar y afrontar peligros sanitarios transfronterizos; avanzó, asimismo, el trabajo para acabar con los últimos bastiones de la polio y detener la tuberculosis.

Según detalla en su evaluación el organismo, también fueron noticia de primera plana otros hitos, como el gran éxito obtenido en la lucha contra las muertes por sarampión en África o la publicación de un perfil más exacto de la epidemia de VIH.

Aunque tuvo menos cobertura mediática que en años anteriores, durante 2007 la amenaza de la gripe aviar siguió latente en varios países. Las cifras acumuladas muestran que la infección ha cobrado ya más de 200 vidas humanas en Asia, África, el Mediterráneo oriental y Europa desde diciembre de 2003. Por ello, la OMS ha reiterado el llamado a todos los países para que estén preparados en caso de una posible pandemia de gripe, prestando especial atención a los virus gripales procedentes del mundo animal, como el H5N1.

Otro hito importante de el año viejo, son las fiebres de Ébola y Marburgo, dos enfermedades hemorrágicas tan raras como letales, que causaron muerte y desolación en África central. Por su parte, la República Democrática Popular del Congo pudo detectar y atajar un brote de fiebre de Ébola y Uganda padeció brotes de ambas patologías. Frente a este escenario, la OMS y su red de expertos respaldaron medidas de vigilancia y lucha intensivas contra las dos enfermedades. Las investigaciones realizadas para localizar la presunta fuente de la fiebre de Marburgo (murciélagos enfermos que vivían en un pozo minero donde la gente trabajaba) ayudaron a entender mejor esta enfermedad emergente.


Pero sin duda uno de los problemas más grandes y complejos son las tasas de mortalidad materna, pues dan cuenta de una situación de extrema gravedad. Según las estimaciones publicadas por la OMS y sus asociados, en octubre de 2007, las tasas de mortalidad materna disminuyen con excesiva lentitud en los países en desarrollo. Entre 1990 y 2005, la razón de mortalidad materna (muertes maternas respecto a nacidos vivos) mundial disminuyó en menos de un 1% anual. Ello contrasta con la caída anual del 5,5% que sería necesaria para que se cumpliera la meta de las Naciones Unidas de reducir la mortalidad materna en tres cuartas partes entre 1990 y 2015. Asia oriental, con un descenso anual de más del 4%, es la zona que más cerca está de alcanzar esta meta.


Aspectos positivos

De acuerdo con los informes de la Organización Mundial de la Salud, la seguridad sanitaria mundial dio un gran paso en junio de 2007 con la entrada en vigor del texto revisado del Reglamento Sanitario Internacional. Con él los países disponen de pautas claras y contrastadas para notificar a la OMS sobre brotes infecciosos u otros episodios de salud pública, lo que pone en marcha los mecanismos de respuesta para aislar y contener las amenazas.

Dicha supervisión resulta vital, si se considera que en este mundo globalizado, virus y bacterias pueden desplazarse muy lejos y con gran rapidez gracias a los viajes internacionales. Por ello, una crisis sanitaria en un país puede influir en los medios de subsistencia y el comercio en otro, de ahí que la notificación puntual y transparente de peligros sanitarios ayude a hacer del mundo un lugar más seguro.

Más tarde, en el mes de noviembre de 2007, se hicieron públicos datos más exactos sobre las tasas mundiales de infección por el VIH, lo que fue posible gracias a la mayor precisión de las evaluaciones por países y a una metodología perfeccionada. Las cifras demuestran que el porcentaje de personas que viven con el VIH en todo el mundo ha dejado de aumentar, y que la tasa de nuevas infecciones disminuye. Los nuevos datos dejan también patente la existencia de lugares clave: ocho países africanos en los que se acumulan casi un tercio de las nuevas infecciones y las muertes por SIDA registradas en el mundo entero.

En cuanto a los casos de polio, tras los esfuerzos realizados durante este año, los casos de tipo 1 (el más paralizante y propenso a extenderse) disminuyeron en un 80% respecto a la misma fecha de 2006. La lucha contra la enfermedad avanzó en los cuatro países donde aún es endémica (Afganistán, India, Nigeria y Pakistán). Afganistán y Pakistán, junto con la OMS y otros asociados, lanzaron una serie de ofensivas sincronizadas contra el virus: sólo en el mes de abril, en cinco días fueron vacunados 40 millones de niños de ambos países, aunque autoridades competentes han insistido en que los esfuerzos deben ser aún mayores.

Un aspecto que fue muy bien manejado fueron las campañas tendientes a detener el recrudecimiento de la fiebre amarilla en África, mediante una serie de vacunaciones masivas dirigida a las poblaciones expuestas de los 12 países con mayor carga de morbilidad, todos ellos africanos.

La Iniciativa contra la Fiebre Amarilla, respaldada por la Alianza GAVI y la OMS, efectúa una labor pionera inmunizando sin dilación a las personas de cualquier edad que presenten riesgo de contraer esta enfermedad mortal, y conjurando así rápidamente el peligro de brotes que podrían amenazar a la región o extenderse al mundo entero.

Otro aspecto exitoso fue observado entre 2000 y 2006, período en que las muertes por sarampión cayeron en un 91% en África, gracias a las vacunaciones masivas de niños efectuadas en esos cinco años. Estos espectaculares resultados de salud pública se tradujeron en un descenso del 68% de la mortalidad por sarampión a escala mundial. El siguiente objetivo son los países de Asia Meridional, que ahora presentan las tasas más elevadas de muerte por sarampión del mundo.


El ejemplo de la tuberculosis

En diciembre de 2007, el Banco Mundial, la OMS y la Alianza Alto a la Tuberculosis hicieron público un informe que demostraba que el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad reporta beneficios económicos.

Según los analistas, al comparar las consecuencias económicas de las enfermedades ligadas a la tuberculosis con el costo de su diagnóstico y tratamiento, se comprueba que los beneficios superan con creces los costos en los países más afectados.

Esta buena noticia llega tras el informe de la OMS sobre el control mundial de la tuberculosis, publicado en marzo del año pasado, según el cual el porcentaje de afectados respecto a la población mundial empieza a estancarse. Uno de los principales obstáculos que quedan por vencer es el estrecho vínculo que existe entre el VIH/SIDA y las muertes por tuberculosis.

Con todo esto, parece claro que el futuro del mundo depende cada vez de buenos estadistas y mejores epidemiólogos, que en conjunto puedan demostrar a las autoridades mundial, la costo-efectividad de combatir enfermedades que en forma tan cruel afectan, principalmente, a personas del Tercer Mundo y de países en vías de desarrollo.