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07 Octubre 2025

Las secuelas de la COVID-19 aún marcan la salud en Bolivia

Los especialistas llaman a reconocer este impacto como un desafío silencioso y prolongado.

A pesar de que las mascarillas desaparecieron de las calles y los hospitales recuperaron su rutina habitual, la Covid-19 no es cosa del pasado. Su huella persiste, transformada en un conjunto de secuelas que continúan afectando la vida y la salud de muchos ciudadanos. Lo que alguna vez fue una emergencia global ahora se manifiesta de manera menos visible, pero igualmente profunda, en la cotidianidad de quienes lo padecieron.

"Las personas que atravesaron cuadros graves de Covid-19, especialmente quienes llegaron a terapia intensiva, son las que tienden a presentar consecuencias más duraderas. Entre ellas, la fibrosis pulmonar es una de las más comunes, ya que los pulmones pierden elasticidad y se dificulta la respiración normal", explica el Dr. Gabriel Mendoza, docente de Medicina en la Universidad Franz Tamayo (Unifranz).

Esa pérdida de capacidad respiratoria genera cansancio crónico y limita actividades simples como subir escaleras o caminar a paso rápido. Pero los efectos del virus van mucho más allá de los pulmones.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) denomina a esta condición Covid prolongado o Long Covid, un cuadro que puede afectar hasta al 10% de las personas que se contagiaron. Sus manifestaciones son variadas: "Pueden presentarse tos persistente, dificultad para respirar, palpitaciones, fatiga extrema, dolores musculares o articulares, además de ansiedad, insomnio, depresión, pérdida del olfato o del gusto", detalla Mendoza.

Estos síntomas pueden aparecer incluso meses después de haber superado la infección inicial y, en algunos casos, se mantienen por años. Estudios internacionales han documentado daños duraderos, como fibrosis pulmonar, arritmias, insuficiencia cardíaca, alteraciones neurológicas y un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.

El especialista advierte que estas consecuencias pueden agravarse en personas con enfermedades crónicas previas. "En quienes tienen hipertensión, obesidad o diabetes, las secuelas pueden progresar con el tiempo hasta volverse mortales. No es posible determinar un plazo fijo, pueden manifestarse entre cinco y quince años después", añade.

Cabe mencionar que el Censo Nacional 2024 reflejó parte de ese impacto. Bolivia esperaba superar los 12 millones de habitantes, pero el conteo final fue de 11.312.620. Más de 55.000 muertes en exceso se atribuyen directamente a la COVID-19. A ello se suma una caída en la natalidad -la tasa de fecundidad bajó a 2,1 hijos por mujer- y un aumento en la migración, que redujo aún más la población.

Para Mendoza, el país enfrenta ahora una nueva etapa sanitaria. "Las nuevas generaciones de profesionales de la salud, psicólogos y trabajadores sociales deben comprender esta dimensión silenciosa de la COVID-19. Ya no se trata solo de tratar una infección, sino de acompañar a quienes siguen sintiendo sus efectos años después", enfatiza.

El desafío, dice, es doble: atender las secuelas médicas y emocionales que dejó el virus y preparar al sistema de salud para enfrentarlas con una mirada integral. 

Long covid