Durante este cuadro clínico, es común que los menores pierdan el apetito, por lo que se aconseja ofrecer alimentos en pequeñas porciones distribuidas en más tiempos de comida a lo largo del día. Además, se debe asegurar una hidratación suficiente, sobre todo en casos con fiebre o diarrea.

"Cuando un niño está enfermo, generalmente su apetito disminuye. No es necesario ofrecer grandes cantidades de alimento, sino fraccionar en varios tiempos de comida, que pueden ser de seis a ocho por día", explicó Evelyn Cerruto, jefa de la Unidad de Alimentación y Nutrición de la cartera de Salud.

Los menores de cinco años representan el grupo más vulnerable frente al sarampión. Por esta razón, en el caso de menores de dos años, se recomienda mantener la lactancia materna. En mayores, es aconsejable incluir productos enriquecidos con vitaminas y minerales.

Cerruto también subrayó la importancia de ofrecer líquidos. "Para combatir la deshidratación, no se aconseja dar solo caldos o agua pura, que no aportan nutrientes. Es preferible ofrecer jugos de frutas, arroz con leche, leche con quinua o wilkaparu", detalló. Un elemento clave en el tratamiento es la vitamina A, que ayuda a reducir la gravedad de la enfermedad. 

Finalmente, la especialista advirtió sobre los alimentos que deben evitarse durante este periodo. "Una alimentación e hidratación adecuadas son fundamentales para fortalecer las defensas de nuestros niños, así como el consumo de alimentos saludables, nutritivos y naturales", señaló.

Entre los productos que debilitan la respuesta inmune, mencionó los ultraprocesados como papas fritas, pastelería industrial y hamburguesas, debido a su alto contenido en azúcares, grasas saturadas y grasas trans.