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20 Octubre 2025

Dres. Edgar Tardio Domínguez, Edgar Tardio Miranda y René De Grandchant Tardio:

“La oftalmología no solo es técnica, también es vocación de ayuda”

En una especialidad donde la precisión es clave, tres generaciones demuestran que la verdadera mirada de esta profesión está en preocuparse por los demás.

La especialidad en Bolivia cuenta con el Instituto Nacional de Oftalmología (INO), su principal bastión académico y asistencial. Fundado hace cinco décadas, este centro ha sido la cuna de la formación de cientos de especialistas y el punto de partida de innumerables avances para la salud visual en el país. Entre sus fundadores se encuentra el Dr. Edgard Tardio Domínguez, reconocido como uno de los pioneros de la oftalmología moderna boliviana.

Su legado no solo se sostiene en la institución que ayudó a construir, sino también en su propia familia: su hijo, el Dr. Edgard Tardio Miranda, y su nieto, el Dr. René De Grandchant Tardio, continúan una tradición que combina vocación, enseñanza y servicio. 

En esta conversación, las tres generaciones reflexionan sobre los inicios de la especialidad, los avances tecnológicos, las tareas pendientes en Bolivia y el homenaje que rendirán en noviembre al patriarca de esta familia.

- Doctor Tardio Domínguez, ¿cómo comenzó en la oftalmología y de qué forma transmitió esta pasión a su hijo?

Cuando mi hijo aún era pequeño, lo llevaba conmigo al Instituto Nacional de Oftalmología. Recuerdo que en una de mis primeras cirugías de catarata él estaba a mi lado, observando. Pienso que, desde muy pequeño, gracias a esas instancias, tuvo interés por la especialidad. 

Al llegar de Francia, donde hice mi especialidad, existía solo un pequeño centro, el Hospital Said. Entonces, junto a tres colegas, los doctores Arce, Cuéllar y Gutiérrez, fuimos a hablar con el ministro Valverde para pedirle apoyo y crear un nuevo centro. Esto, con el respaldo del Presidente Banzer, quien nos facilitó un terreno. Así nació el Instituto Nacional de Oftalmología Javier Pescador Sargette

Con el tiempo, mi hijo formó su propio camino: trabajó en mi consultorio y luego desarrolló su propia clínica. Cuando él regresó de México, le entregué el consultorio y yo me jubilé de la consulta, aunque seguí vinculado al hospital.

- Ha sido testigo de tantos cambios, ¿cuáles considera los mayores avances en la oftalmología?

La evolución ha sido impresionante. Cuando yo operaba una catarata, debía abrir el ojo en 180 grados; hoy mi hijo lo hace con una incisión de apenas 3 milímetros. Es un progreso extraordinario. Toda la oftalmología ha avanzado, desde las técnicas quirúrgicas hasta los equipos diagnósticos.

- ¿Qué valores considera esenciales para las nuevas generaciones de oftalmólogos bolivianos?

Lo más importante es tener espíritu de servicio. La oftalmología no solo es técnica, también es vocación de ayuda. Yo trabajé desde joven con pacientes del Instituto, muchas veces sin recibir pago, pero con la satisfacción de sanarlos.

- ¿Cuáles son los principales desafíos de la especialidad en Bolivia?

Falta ampliar los servicios oftalmológicos fuera de La Paz. El Instituto Nacional de Oftalmología es el único de su tipo en el país. En otras ciudades, como Sucre, los servicios son muy básicos. Ojalá otras regiones puedan replicar lo que hicimos aquí.

- Doctor Tardio Miranda, ¿cómo nace la idea del simposio en honor a su padre?

Todo comenzó el año pasado, cuando mi padre dio la charla de clausura por los 50 años del Instituto. Ver el cariño de los médicos y residentes me motivó a organizar un encuentro que lleve su nombre. La idea es reunir a generaciones de oftalmólogos -padres, hijos, maestros y alumnos- para compartir experiencias. Presenté la propuesta en Sucre y la respuesta fue maravillosa.

- Usted realizó parte de su formación en México. ¿Qué significó esa vivencia?

Fue un gran desafío. Empecé en Argentina, pero luego toqué puertas en México hasta que me aceptaron tras aprobar el examen nacional. Me casé con una oftalmopediatra y juntos formamos una clínica integral en La Paz. Ella atiende la parte pediátrica y realiza estudios complementarios: ecografía, OCT, recuento endotelial y campos visuales, entre otros. Así, nuestros pacientes no deben trasladarse a otros centros. Además, contamos con un láser excímer alemán y realizamos cirugías refractivas a costo reducido. Buscamos mantener el espíritu de servicio que heredé de mi padre.

- Desde su experiencia, ¿qué limitantes observa en la especialidad?

Uno de los mayores problemas es la falta de regulación para el funcionamiento del banco de ojos. Existe el presupuesto y la infraestructura, pero faltan leyes que nos permitan trabajar con donantes locales o importar tejidos fácilmente. En el curso invitaremos a expertos argentinos en trasplantes de córnea. Queremos mostrar técnicas modernas, tanto epiteliales como endoteliales, que permiten usar un solo tejido para dos pacientes, lo cual sería un gran avance para Bolivia.

- ¿Qué más puede adelantar sobre este encuentro?

Tendremos cirugías en vivo de facoemulsificación y láser excímer, además de prácticas de fotocoagulación en retina para residentes. Participarán especialistas en córnea, oculoplástica, retina y ojo seco, algunos de forma presencial y otros por videoconferencia. El evento se realizará en conmemoración del cumpleaños de mi padre, el 9 de noviembre. Serán dos jornadas completas de trabajo, finalizando con la celebración de sus 89 años.

- Doctor De Grandchant, usted representa la tercera generación. ¿Qué lo motivó a seguir este camino?

Desde niño vi la pasión de mi abuelo y mi tío por su trabajo. Estudié medicina en Bolivia y he decidido continuar mi formación en Alemania, donde la tecnología oftalmológica está muy avanzada. Me emociona poder seguir el legado familiar y algún día aportar al desarrollo de la especialidad en mi país.

- ¿Qué rescataría de su abuelo y de su tío como modelos profesionales?

De mi abuelo, su entrega total al servicio. Él trabajó durante años ad honorem en el Instituto, solo por ayudar a la gente. De mi tío, su profesionalismo y orden. Cuando terminé la carrera, él me recibió en su clínica y pude aprender de su forma de trabajar. Son referentes para mí y espero estar a la altura de ese ejemplo.

- Para finalizar, doctor Tardio Miranda, ¿cómo ve el futuro de esta nueva generación?

Con mucha esperanza. Ver que mi sobrino -inspirado por mi padre- parte a Alemania para formarse me llena de orgullo. Él representa la continuidad de un legado que comenzó hace más de medio siglo y que sigue mirando hacia adelante.

Por María Ignacia Meyerholz

 
generación familiar de oftalmólogos
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