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Hace más de una década, la otorrinolaringóloga Alba Testart Tobar se acercó a la medicina tradicional china para ayudar a pacientes que no encontraban respuesta a sus dolencias después de transitar por varios especialistas.

Estudió el pregrado en la Universidad de Chile, sede Valparaíso y se especializó en el Hospital Carlos Van Buren de la misma ciudad. En la década de 1990 se fue a perfeccionar a la Universidad Católica de Lovaina. “Siempre me gustó otorrino, porque es una disciplina médico-quirúrgica y el tema de la voz me llamaba la atención”, cuenta. 

“Cuando estaba en Bruselas hice una pasantía en el Centre d'audiophonologie Paul Guns, donde trabajé con la fonoaudióloga y psicóloga Françoise Dejong Estienne en logopedia. Su experiencia y forma de abordar los problemas de lenguaje en los niños fue de mucha influencia para mi práctica, donde me he dedicado especialmente a los problemas de la voz en adultos y niños, trabajando en conjunto con profesionales en rehabilitación vocal, así como dificultades de deglución por diferentes causas”. 

Por su consulta veía personas que no habían encontrado solución a su problema de salud en otras especialidades, por lo que sintió la necesidad de ayudarlos de manera integral. Esto la llevó a estudiar en Escuela Latinoamericana de Medicina Tradicional China: dos años de clases teóricas y prácticas y una pasantía por el país asiático la hicieron conocer un modo distinto de afrontar al enfermo.  

La medicina tradicional china (MTC) considera al cuerpo como un todo y atribuye la enfermedad al desequilibrio. El tratamiento, se enfoca en el restablecimiento del equilibrio corporal enfatizando la necesidad de llevar una vida saludable con una buena dieta, relajación y ejercicios.

De las distintas técnicas como la fitoterapia china, tuina, moxibustión, ventosas y acupuntura médica, practica las dos últimas hace más de 10 años en su Centro de Medicina Complementaria en Concón tratando dolores de diferentes causas, problemas ginecológicos, trastornos emocionales diversos, colon irritable, lactancia, adicciones y, en particular, de su especialidad: la enfermedad de Menière y tinnitus. 

- La medicina tradicional china tiene más de tres mil años de historia, ¿cuál es su principal enfoque?

De acuerdo con este modelo, la energía vital o Qi es un elemento propio de todos los seres vivos y mantiene los dos polos: Yin y Yang en un flujo equilibrado. El primero se relaciona con descanso, relajación y frío, mientras que el segundo con actividad, dinamismo y calor. Cuando ingresa una persona a la consulta uno ve como se mueve, habla y se sienta. Con esa observación estableces si es más Ying o Yang para empezar a realizar un diagnóstico. Los chinos son muy minuciosos en este proceso, porque es uno de los pilares de su medicina. Aquí los detalles y las áreas son importantes. No existe la división por especialidad, que hace que en occidente dejemos pasar por alto algunos síntomas que el enfermo refiere. Todo ayuda a clasificar y a orientar la valoración que se hace en base al Ba-gang, que son los ocho principios: frío-calor, interno-externo, exceso-deficiencia, Yin-Yang. Así podemos determinar síndromes, porque no categorizan al paciente dentro de una u otra patología. En esa línea el enfoque es preventivo, porque trata de evitar la manifestación de una deficiencia o un exceso, que sería lo que conocemos como enfermedad. 

 - ¿Cuál es el rol que juega la toma del pulso en esta práctica?

Es un elemento fundamental. Está directamente vinculada con las actividades de los órganos, sangre y el Qi. Permite evaluar la salud general y es la ventana directa hacia el interior. Indica qué pasa en los distintos órganos, los cuales se categorizan en base a cinco elementos y cinco sistemas: madera, fuego, tierra, metal y agua, que se relacionan con hígado/vesícula biliar, corazón/intestino delgado, bazo/estómago, pulmón/intestino grueso y riñón/vejiga, respectivamente. Junto con la observación de la lengua, es uno de los métodos diagnósticos diferenciadores. 

- ¿Qué tan importante fue su formación en China? 

Mi pasantía fue clave en este proceso de aprendizaje. Ahí me convencí de que lo que hacemos en Occidente no va a ser nunca igual a la que se practica allá, porque es una medicina que tiene todo un trasfondo sociocultural. Por eso se ha acuñado el término “acupuntura médica occidental”. Se utiliza mucho en Norteamérica, donde hay bastante investigación al respecto para entender el mecanismo de acción de esta práctica. Lo curioso es que los médicos chinos estudian medicina igual que nosotros y además aprenden a poner agujas, a preparar hierbas, a observar, oler, a palpar, entre otras cosas. Hay diferencias en lo holístico, en el sentido de tratar al paciente como un todo. La MTC no se divide por especialidades. Es como volver a nuestra medicina antigua, al médico de cabecera. Cuando yo estaba en la universidad alcancé a tener muchas horas de semiología. Actualmente las escuelas están reduciéndolas, porque está la idea de que los exámenes de laboratorio e imágenes son prioritarios, siendo sin duda muy necesarios. La observación tiene mucho que decirnos. Ya no se mira o no se toca al paciente como antes, eso nos ha separado de él. La MTC, por el contrario, lo integra y escucha. En ese sentido, la medicina china tiene mucho que aportar a la occidental.

- ¿Cuáles son las áreas de acción de la MTC?

Todas. Eso es lo que dicen los médicos chinos sobre su medicina. Ahora, dentro de lo que nosotros podemos aplicar en acupuntura médica occidental, una de las áreas en las que encontramos mejores resultados es en traumatología, donde hay bastantes estudios al respecto que explican cómo la acupuntura permite mayor irrigación sanguínea, lo que se traduce en una proliferación de elementos reparadores de tejido y disminución de la inflamación, que solo mantiene aumento de volumen o de tejido que no se está reparando. También se ha demostrado su efectividad en urología, ginecología, psiquiatría y, por supuesto, otorrinolaringología.

- Dentro de su campo tradicional ¿en qué patología ha observado los beneficios? 

El diagnóstico de la enfermedad de Menière es bien preciso. En la medicina china existen, a lo menos, cinco síndromes muy caracterizados que calzan con la enfermedad. Su tratamiento tiene agujas específicas que van en concordancia con las características de la persona. Tengo varios casos interesantes, míos y derivados de otros colegas, en los que hemos logrado remisiones largas. Es interesante el poder combinar ambas medicinas, porque mi trabajo siempre va guiado por el diagnóstico del médico tratante. El objetivo es complementarlas.

- ¿Cómo visualiza el camino a la integración?

Siento que se está dando de manera natural. Antes los que la miraban por encima, ahora recurren a ella y se dan cuenta que funciona. Una de las cosas que está ayudando es la generación de médicos en formación. Ellos están más abiertos a estos temas. Cuando me invitan a exponer de medicina china trato de hacer la clase lo más científica posible. Mostraba trabajos recientes de revistas importantes para hablar a partir de la evidencia. A la hora de las preguntas veía que estos jóvenes tenían una avidez de ir más allá: de buscar, entender y ampliar la visión. Ellos estaban preocupados incluso del tema legal y de cómo podían internalizar la MTC en su futura práctica profesional. Hemos visto la integración de la medicina intercultural mapuche en el sur y aymara en el norte. Todo suma a la mejoría del paciente. Mientras la medicina china busca un equilibrio entre mente, cuerpo y entorno, la occidental aspira a la sanación física. Lo ideal sería llegar a ponderar ambas. 

- En los sistemas de salud la prevalencia de enfermedades crónicas y los costos asociados son cada vez más elevados. ¿Puede el modelo preventivo de la MTC ayudar en estos sentidos?

Absolutamente. Además de ser de bajo costo es una medicina inocua y son raras las complicaciones. La anamnesis china lo que busca es evitar la manifestación de algún desequilibrio y para ellos es importante que las personas estén en movimiento. El ejercicio físico forma parte de la cultura. Uno ve en las plazas e incluso en las salas de espera de los hospitales a personas practicando Qi Gong, que es una terapia basada en el control de la respiración, ayuda a eliminar tensiones y estrés, aporta salud y vitalidad y previene cualquier interrupción del flujo energético. Siempre están tratando síntomas, por más pequeños que estos sean. Están atentos a lo que el cuerpo dice, de esa manera previenen. Ese enfoque la convierte en un buen complemento para nuestra medicina.

Por Carolina Faraldo Portus