Dr. Manuel José Justiniano:
“El glaucoma no es una condena a quedar ciego”
En sus etapas iniciales se implementan medidas para controlar la presión intraocular y evitar la pérdida de la visión. El diagnóstico temprano permite a los pacientes mejorar su calidad de vida.
El glaucoma es una enfermedad silenciosa y asintomática en sus primeros estadios, lo que significa que muchas personas pueden no darse cuenta que la padecen hasta que el daño en el nervio óptico ya es significativo. Por esta razón, es importante realizar controles oftalmológicos regulares para detectarlo a tiempo y evitar la pérdida irreversible de la visión.
En Bolivia, el acceso a la atención médica oftalmológica es limitada en zonas rurales y comunidades más alejadas, lo que dificulta su diagnóstico y abordaje oportuno.
Frente a ello, el doctor Manuel José Justiniano, glaucomatólogo formado en Buenos Aires, Argentina, enfatiza en la necesidad de concientizar sobre la importancia de la detección temprana y el tratamiento adecuado para prevenir la ceguera y mejorar la calidad de vida de las personas afectadas.
- ¿Cuál es la prevalencia de esta afección en Bolivia?
Se trata de la causa más importante de ceguera a nivel mundial y en el país ocupa un lugar importante junto a la retinopatía diabética, que también tiene una incidencia bastante alta.
El gran problema es que afecta a muchísima gente de manera silenciosa, por lo tanto, las personas no saben que la padecen o bien, no le brindan la importancia que requiere. Eso tiene que ver con la falta de educación y conocimiento que se tiene por parte de la población.
En variadas ocasiones, cuando los individuos asisten a consultar, la patología se encuentra en estadios avanzados o con ceguera propiamente tal y, lamentablemente, no hay cómo recuperarla.
- ¿Qué avances terapéuticos y de diagnóstico destacaría?
Nos encontramos en un momento muy positivo. Hay progresos en prácticamente todas las áreas. La tomografía de coherencia óptica (OCT) realiza estudios cada vez de mayor detalle, lo que nos permite hacer seguimiento de la pérdida de capas de fibras a un nivel microscópico, imposible de ver para el ojo humano. Eso ha sido fundamental para detectar su progresión de manera anticipada.
Los equipos de campo visual también se han modernizado permitiéndonos hacer una mejor evaluación del daño central. Incluso, hay tecnologías de realidad virtual. En este sentido, para muchos pacientes el estudio del campo visual es incómodo y cansador, pero, con esta tecnología de avanzada, podemos llegar de manera oportuna en niños y ancianos.
En el plan terapéutico han surgido nuevas drogas después de casi 30 años, donde los análogos de prostaglandinas eran la principal terapia y que en el presente se complementan con la aparición de los inhibidores de la Rho-Quinasa y donadores de oxido nítrico. Toda esta línea ha sido un importante aporte para un mejor manejo.
- ¿Qué puede comentar respecto al área quirúrgica?
Una de las nuevas perspectivas para su abordaje son las cirugías mínimamente invasivas de glaucoma (MIGS), que se trata de un grupo de procedimientos, con dispositivos o no, que permiten hacer un abordaje quirúrgico temprano, y por lo tanto, con menor riesgo.
- Usted mencionaba la importancia que tiene la educación respecto a esta patología…
Es un tema importante al cual, efectivamente, no podemos dejar da lado. Un día realizamos una campaña de atención gratuita para familiares de pacientes con glaucoma. El 40% no conocía sobre la patología en sí, o la condición de su pariente. Es increíble la desinformación que existe entre las mismas familias. Por eso aconsejamos siempre contarle al grupo cercano y fomentar la consulta preventiva.
Si bien para su desarrollo también inciden factores como el uso de corticoides, la hipertensión arterial, diabetes, accidentes y cirugías complicadas, el aspecto donde más se puede concientizar a la población es el riesgo familiar.
Tener glaucoma no significa que irreversiblemente uno terminará ciego. Hay mucha gente que se deprime porque piensa que tiene que disfrutar sus últimos años de visión y, si se detecta a tiempo, los glaucomatólogos podemos trabajar para que el paciente mantenga esa visión.
- Acaba de publicar un libro sobre glaucoma. ¿Cómo surge la iniciativa?
La pandemia me dio el espacio para ordenar toda la información que tenía de mis charlas y presentaciones en congresos. Eso me llevó a pensar que esa dará podría convertirse en una especie de guía. Luego, me pareció interesante la idea de incluir las opiniones de otros colegas latinoamericanos, amigos que me he hecho durante mis años como especialista y de quienes fueron mis profesores.
Lo que era un boletín se convirtió en un libro que aborda las ciencias básicas en glaucoma, diagnósticos, clasificaciones, estudios de diagnóstico, área quirúrgica, tratamientos láser y convencionales de trabeculectomía y válvulas, así como cirugías mínimamente invasivas. Incluso, conseguimos un capítulo escrito por el doctor Albert Khouri, que es de las personas con más experiencia en telemedicina y que, en el momento de la pandemia, era necesario aprender.
La idea es que el material quede disponible en las plataformas digitales para la gente que esté interesada pueda leerlo y así contribuir al conocimiento de todos los colegas. Siempre que presento el libro en comunidades, pienso y espero que la gente lo disfrute tanto como yo al hacerlo.
- ¿Cómo ve el abordaje del glaucoma en 10 años?
La inteligencia artificial, por ejemplo, es algo que está cobrando cada vez más importancia, principalmente como método de screening. Sin embargo, el examen clínico oftalmológico, el sentarse, interrogar al paciente, charlar con la familia, ver el nervio óptico, el ángulo, las características del ojo y el criterio que pueda tener el oftalmólogo, eso no creo pueda ser reemplazado, al menos, no todavía.
Sí hay que destacar que están surgiendo tecnologías muy promisorias. Recientemente se presentó el trabajo de un médico chileno sobre dispositivos intraoculares para medición de la presión intraocular todo el tiempo. Eso podrá cambiar completamente lo que es el seguimiento del glaucoma.
Por María Ignacia Meyerholz