https://www.savalnet.bo/mundo-medico/entrevistas/debemos-trabajar-la-autoestima-y-resiliencia-en-favor-de-nuestra-salud-mental.html
28 Octubre 2024

Dr. Javier Ortuzte González:

“Debemos trabajar la autoestima y resiliencia en favor de nuestra salud mental”

Enfocarse en el desarrollo de estos aspectos ayuda a reducir la incidencia de trastornos mentales como la depresión y ansiedad, y a mejorar la calidad de vida en general.

La genética juega un papel importante en la manifestación de patologías mentales. El ambiente en el que una persona crece y se desarrolla también puede influir.

El actual arsenal terapéutico con el que cuentan los profesionales del área se presenta como una herramienta positiva de abordaje para patologías como la depresión, ansiedad y psicosis, entre otras afecciones, ya que ofrecen una variedad de opciones de tratamiento que pueden adaptarse a las necesidades individuales de cada paciente. 

Así lo explica el doctor Javier Ortuzte, destacado psiquiatra y past president de la Sociedad Boliviana de Psiquiatría, quien ofrece una mirada científica para el abordaje de estas patologías, pero que también hace hincapié en la relevancia del autocuidado para preservar una buena salud mental.

- ¿Podría describir el escenario de la depresión en Bolivia?

Pese a que no hay grupos específicos de estudios, las estadísticas que tenemos tanto del Ministerio como de la Sociedad Boliviana de Psiquiatría, estiman que alrededor del 20% de la población adulta sufre de depresión.

Si bien los factores desencadenantes son diversos, lo que vemos particularmente en nuestro medio es que, además de la carga genética -que es muy propia de la depresión- influyen muchos otros componentes de enfermedades crónicas no tratadas y descuidadas. Esto ocurre por desconocimiento y por la depresión en sí misma.

- ¿Cómo impactó la pandemia y el confinamiento a la salud mental de los bolivianos?

En el periodo mismo del SARS-CoV2 en adultos observamos muchos niveles de estrés agudo. Ahora, postpandemia lo que se ha visto son estados psicóticos en adolescentes. El encierro y el estar mucho tiempo frente a las pantallas, sin ningún otro entretenimiento, fue un gatillante decidor para esto. De cierto modo nos sorprendió, porque pensábamos que la ansiedad y depresión serían las patologías que más aumentarían.

Sin embargo, observamos mayores conductas de aislamiento, menos necesidad de jugar físicamente y del contacto humano. A ello se sumó la aparición de agresividad, retraimiento, ideas delirantes y alucinaciones, pero especialmente, la pérdida del contacto con la realidad.

Todavía falta tiempo para ver en su totalidad las consecuencias de la pandemia. Pero a lo que sí se le está dando mucha importancia es a las polineuropatías que han surgido post SARS-CoV2, me refiero a los síndromes intestinales y respiratorios, por ejemplo, que se han ramificado por todo el organismo. Eso sería uno de los principales desafíos que tiene la especialidad.

Últimamente hemos visto muchos pacientes, en conjunto con los colegas neurólogos, que gatillan enfermedades extrañas por virosis que debutan con síntomas psiquiátricos y acaban siendo neurológicos, por ejemplo, las encefalitis autoinmunes o inmunomediadas. En estos dos últimos años han aparecido bastantes cuadros de esa naturaleza.

- ¿Cómo evalúa el escenario terapéutico disponible?

Contamos con todo el arsenal, desde los antiguos hasta los más innovadores. La amitriptilina, por ejemplo, está muy vigente y sigue siendo tan específica y efectiva como hace 70 años. En cuanto a antidepresivos, tenemos la gama de inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y duales. Respecto a antipsicóticos, la quetiapina también ha ganado muchísima cobertura.

Yo me apego a la teoría del profesor estadounidense Nassir Ghaemi, que habla de que la clasificación caprichosa. Es decir, que los antidepresivos, antipsicóticos y ansiolíticos suelen reducirse a una sola enfermedad y, en realidad, los psicofármacos actúan en cadenas neurotransmisoras. El especialista, previo a indicar terapias, debe pensar con qué fisiopatología va a trabajar el psicofármaco y si acaso existe combinación de una o dos familias de fármacos. Se debe pensar como un conjunto.

- Usted se ha especializado en adicciones…

Han crecido de manera estrepitosa. Por ejemplo, el consumo de hoja de coca es muy cultural en Bolivia. Y antes estaba muy limitado a la región occidental del país. Acá, en el oriente, era muy raro ver que alguien la consumiera. Ahora se hace prácticamente en todos los ámbitos y clases sociales.

Eso afecta a los ciclos circadianos y en la producción de psicopatología a largo o corto plazo. Atacar esta situación desde la salud pública sería un tremendo reto, porque habría que, primero, convencer al gobierno de que la hoja de coca no es medicina. Ese es el primer reto.

Por nuestra parte hemos intentado trabajar con programas preventivos en primer nivel, que es desde donde mejor se puede desplazar el sector sanitario hacia las poblaciones cautivas, como escolares y adolescentes. Hemos elaborado planes de prevención de consumo de sustancias, de suicidio, detección temprana de la depresión y ansiedad, conducta alimentaria, y agresividad.

- ¿Cómo podemos cuidar nuestra salud mental?

Trabajar la autoestima. Y eso hay que hacerlo a nivel individual, dentro de la familia, a nivel educacional y desde nosotros, los médicos. Trabajar la resiliencia, poder soportar el caer, fracasar, el dolor y poder levantarse. Asimismo, con la empatía. Son temas preventivos que tienen que desarrollarse aún más con las nuevas generaciones. 

Por María Ignacia Meyerholz