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03 Febrero 2020

Dr. Álvaro Llancaqueo Valeri:

“Adoptar medidas preventivas que protejan al personal sanitario es clave”

Frente al avance del coronavirus (2019-nCoV), el infectólogo plantea que es vital aprovechar las experiencias de brotes anteriores. Si bien se debe mantener un estado de alerta, no hay que perder el foco en el virus de la influenza.

Los coronavirus pertenecen a una familia extensa de virus ARN. Normalmente afectan solo a animales (bovinos, cerdos, roedores, gatos, perros y aves), sin embargo, algunos tienen la capacidad de transmitirse a personas y, posteriormente, desde un individuo a otro, lo que complejiza aún más su control. 

Producen cuadros clínicos que pueden ir desde un resfrío común hasta manifestaciones graves, con riesgo vital, como ocurrió con el Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS-CoV) y el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV). 

Son esféricos, con un tamaño aproximado entre 80 y 220 nanómetros (nm) de diámetro y una nucleocápside helicoidal de 9 a 11 nm de diámetro. Poseen el genoma de mayor tamaño y son altamente infecciosos cuando se introducen dentro de células eucariotas. Se replican en el citoplasma, maduran en el retículo endoplasmático y el aparato de Golgi.

Cuentan con glucoproteínas distribuidas en la superficie de la capa externa de la envoltura vírica, dándole aspecto de corona, lo que explica su nombre. Algunos tienen una tercera prolongación (hemaglutinina-esterasa) que asemejan espigas grandes, en forma de raqueta o pétalo; y se clasifican según la morfología, estrategia de replicación del ARN, organización del genoma y homología de la secuencia de los nucleótidos. 

El brote de una nueva cepa de coronavirus (2019-nCoV), en Wuhan, China, ha despertado preocupación. Hasta fines de enero, dejaba más de 210 muertos y cerca de nueve mil casos confirmados, lo que llevó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a decretar alerta internacional.

La ciudad originaria del virus, donde viven más de 11 millones de personas, declaró cuarentena. Lo mismo la provincia de Hubei, totalizando 50 millones. Los esfuerzos se concentran en evitar que traspase esos límites. Sin embargo, los contagios fuera de las fronteras chinas siguen en aumento, alcanzando 19 países al 31 de enero.

El balance también daba cuenta de más de 1.300 pacientes en estado grave y 103 dados de alta, tras revertir estos síntomas: tos, dolor de garganta, fiebre y sensación de falta de aire. “En casos más graves, generalmente personas ancianas o que padecen alguna comorbilidad como patología cardíaca, enfermedad pulmonar o problemas de inmunidad, la infección puede generar neumonía, dificultad para respirar, fallo renal e incluso la muerte”, advierte la OMS.

Pese a la gravedad del brote y reconocer que la situación es altamente preocupante, el organismo internacional asegura que las cifras son aún insuficientes para sacar conclusiones definitivas. “Hasta ahora solo un 2% de los casos de neumonía de Wuhan acaban en muerte, mientras que con el SARS, que provocó 348 víctimas en China, la tasa superó el 10%”. 

Esta perspectiva es compartida por el doctor Álvaro Llancaqueo Valeri, médico de la Universidad de Chile, especialista en medicina interna de la Pontificia Universidad Católica de Chile y subespecializado en enfermedades infecciosas y microbiología clínica en el Hospital General Universitario Gregorio Marañón de España.

“El SARS provocó 167 muertes en el resto del mundo, mientras que el actual coronavirus todavía no ha causado víctimas fuera de China”, comenta el infectólogo del Hospital Las Higueras de Talcahuano y miembro de las sociedades científicas de Infectología y Medicina Intensiva.

- Al parecer China reúne características únicas que favorecen la aparición de coronavirus…

Es verdad. Si miramos hacia atrás nos encontramos con las gripes asiáticas, de Hong Kong y aviar, además del SARS y la gripe A (H1N1), un virus que se detectó por primera vez en México en abril de 2009, pero cuyo primer caso en Asia se confirmó el 1 de mayo, en Hong Kong. Estamos hablando de un país enorme, que tiene más de un tercio de la población mundial. En segundo lugar, existen problemas graves de aglomeración, lo que facilita la transmisión de agentes infecciosos. En contrapartida, los chinos muestran un desarrollo científico y tecnológico muy importante en los últimos años, en el área médica tienen una cantidad de publicaciones significativas y han mejorado sus métodos diagnósticos. Además, cuentan con un sistema político que les permite tomar medidas de gran magnitud, como aislar ciudades completas, algo que probablemente en occidente sería muy difícil. Por ejemplo, en México, durante la epidemia de fiebre porcina, se cerraron colegios y balnearios, pero no se podía prohibir la libre circulación de la gente. En China detuvieron hasta el transporte público y restringieron los desplazamientos desde y hacia Wuhan. Por otro lado, eso podría generar una complicación mayor, porque han elevado el riesgo de propagación dentro de una ciudad con altos niveles de hacinamiento y contaminación ambiental.

- ¿Debemos estar preocupados?

Sin duda, pero hay que mantener la calma. Si lo vemos de forma fría, la cantidad de fallecidos y casos, en un país con más de 1.500 millones de habitantes, no representa un gran impacto. Sí debemos estar preparados, porque no conocemos cómo se va a comportar el virus en el resto de la población. No sabemos con real certeza si el coronavirus llegará a Latinoamérica, pero el nivel de desplazamiento de personas por diferentes naciones es tan alto que nos lleva a pensar que sí lo podría hacer. Hace un siglo, los viajes se hacían en barco, pero desde que existen los vuelos intercontinentales el escenario cambió, ya que la posibilidad de diseminar un virus, sobre todo cuando tiene un periodo de incubación que va desde pocos días hasta una semana, aumenta considerablemente, debido a que la persona infectada o contagiada puede transportarlo sin tener síntomas o con sintomatología mínima. Debemos prevenir, ninguna medida está demás.

- Favorablemente, existe experiencia previa…

Exactamente y es muy bueno que eso se mencione. En el caso del SARS, el brote generó mucha alarma entre 2001 y 2002. Ese virus, que también tuvo su origen en Asia, se exportó a varios países y se hizo un control muy potente. Se comportaba como una enfermedad con alta mortalidad, cercana al 10% o 13%, y eso hizo extremar las medidas. Posteriormente apareció otro microorganismo, el MERS. Un coronavirus que aún presenta casos y es bastante más grave que el SARS.

- ¿Qué se hizo en ese momento?

Se adoptaron una serie de medidas de control en las personas que provenían de áreas de riesgo y se trató de limitar la diseminación. El problema principal que tenemos con el coronavirus es que no existe por ahora un tratamiento efectivo, a diferencia de la influenza, para la cual contamos con varios medicamentos de reciente incorporación al arsenal terapéutico, tanto mundial como nacional, de alta eficacia. Todo lo que se ha probado no ha mostrado resultados satisfactorios para la cepa 2019-nCoV, por lo tanto, solo se pueden tratar los síntomas y manejar las descompensaciones. Eso es lo más complejo.

- Doctor, ¿qué aspecto no se debe descuidar?

La principal preocupación que hay por estos coronavirus, sobre todo recogiendo la experiencia del SARS, es que puedan transmitirse al personal sanitario. Esto tiene una implicancia enorme, porque puede afectar el funcionamiento de hospitales, precisamente en un momento en que todas sus unidades deben mostrar un rendimiento altamente eficiente. La infección o contagio de médicos, enfermeras, kinesiólogos, tecnólogos médicos, personal de laboratorio, puede derivar en un ausentismo laboral que dificulte aún más la situación. Hubo médicos que fallecieron en la epidemia de SARS. Esta posibilidad existe, porque cuando nos enfrentamos a un paciente con fiebre y síntomas respiratorios, no sabemos realmente qué es lo que tiene. Por eso adoptar medidas preventivas que protejan a estos profesionales es clave. No basta con que sea solo en áreas como urgencias o unidades de cuidados intensivos, tiene que ser a todo nivel.

- ¿En qué situación se encuentra Latinoamérica?

Estamos expectantes, pero con cierta ventaja. Nosotros nos encontramos en el periodo estival y la circulación de virus es bastante baja. En general no existen aglomeraciones ni factores climáticos que puedan favorecer el hecho de que este virus se disemine con mayor facilidad, lo que nos da tiempo para observar el comportamiento de la cepa y adoptar medidas bien pensadas y con anticipación.

- Vale decir, en alerta, pero sin perder el foco en la influenza, que suele tener consecuencias en Chile…

Eso también es muy importante que se subraye. La influenza se repite periódicamente con un aumento de casos muy significativos durante el invierno, en ambos hemisferios. Precisamente, en China estaban en una campaña de control de enfermedades cuando se detectó este patógeno que causó neumonía grave. Se pudo identificar y se levantó una alerta, porque es un coronavirus distinto a los que ya conocíamos. Nosotros tenemos mucha experiencia en relación a influenza. Sabemos que el virus que se da en el hemisferio norte, normalmente será el que tendremos nosotros en circulación. Con esa información se prepara la vacuna que se usará en la entrada del invierno en esta parte del mundo, de tal manera de prevenir. Acá también tenemos la tarea de trabajar en la detección de mutaciones de las cepas, porque Chile es parte de la vigilancia epidemiológica mundial. Estar en este periodo del año nos permite prepararnos con tiempo. Todo lo que está pasando se viene a sumar a lo que ya tenemos: influenza, virus respiratorio sincicial y adenovirus, entre otros. Debemos reforzar la vacunación para la influenza, la que aparentemente no está mutando, y así disminuir el número de casos potenciales. En paralelo, tenemos que estar preparados para recibir al coronavirus (2019-nCoV), el cual probablemente va a requerir medidas de aislamiento especial, ya que es un virus nuevo para la especie y eso hace que cualquier pronóstico sea incierto.

- ¿Qué reflexión final puede hacer?

Todo eso es parte del proceso evolutivo y de nuestra capacidad de control. Uno de los mayores problemas que hemos tenido son las fake news. Circulan muchas noticas falsas, alarmistas, lo hemos visto en el tema de las vacunas. Estamos hablando de uno de los más grandes logros de la medicina, junto con los antibióticos, con un impacto en la mejoría y sobrevida de millones de personas. Sin embargo, persisten grupos que hablan en distintos medios contra las vacunas, pese a que no cuentan con argumentos validados científicamente. Es muy importante guiarse por los canales oficiales de información, como la Organización Mundial de la Salud y los ministerios del ramo existentes de los distintos países, de manera de actuar lo más coordinadamente posible.

Por Óscar Ferrari Gutiérrez