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Ha llegado el momento de pensar en calidad de la
atención en Enfermedades Respiratorias
Quality standard of care in Respiratory Diseases: Time is coming
La preocupación por las Enfermedades Respiratorias del Adulto (ERA) de mayor prevalencia, Asma
Bronquial, Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) y Neumonía Comunitaria (NAC) in-
terés prioritario de nuestra Sociedad, se ha visto materializada en el país en un programa ministerial
que se inició en el año 2000 y que en forma progresiva ha ido llegando a todos los centros de atención
primaria de salud y que en la actualidad maneja cerca de 200.000 pacientes ambulatorios a lo largo
de Chile.
Este programa -Programa ERA-, basado en normas técnicas diseñadas “ad hoc” para ser aplica-
das en este nivel de salud, brinda su atención por medio de un equipo profesional multidisciplinario
(kinesiólogo, enfermera y médico general) entrenado en la aplicación de estas normas y en el que el
kinesiólogo ha jugado un papel relevante en su mantención hasta la actualidad.
¿Qué impacto ha tenido esta intervención sanitaria? Sin duda ha sido exitosa, al colaborar en la
mejoría de nuestros indicadores sanitarios, como lo demuestra la reducción de las tasas de mortalidad
ajustadas por NAC en el decenio 2001-2011, de 26,3/100.000 habitantes en el año 2000 hasta 14,3
en 2011. También se ha apreciado en este período, una disminución de la mortalidad prematura por
enfermedades respiratorias crónicas para ambos sexos de 16,89/100.000 habitantes en 1999 hasta
15,66 en el año 2010, según la información obtenida del Departamento de Estadísticas e Información
en Salud (DEIS) del Ministerio de Salud (MINSAL).
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, Chile aún conserva tasas de mortalidad por
enfermedades respiratorias más elevadas que la mayoría de los países de la OCDE (Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económicos). Uno de cada 10 pacientes que fallecen en Chile, lo
hacen por causa respiratoria, manteniéndose esta cifra estable en el último decenio, y situándose en
el 3
er
lugar entre las causas generales de muerte. En el año 2011 hubo 9.104 fallecimientos atribuidos
a enfermedades respiratorias, representando el 9,58% del total de los fallecidos de ese año. Sin em-
bargo, la razón entre las tasas de fallecimientos por enfermedades respiratorias infecciosas sobre las
Enfermedades Respiratorias Crónicas No Transmisibles (ECNT), se redujo en este período, de 1,54 en
el año 2000 a 1,14 en el año 2010 (DEIS-MINSAL), con un claro incremento del número de pacientes
pertenecientes al grupo de enfermedades crónicas. Este aumento de ECNT, sin duda es atribuible a
múltiples factores, como el envejecimiento de nuestra población, la elevada frecuencia del tabaquismo
desde tempranas edades, la elevada contaminación ambiental de nuestras urbes, y la considerable fre-
cuencia de afecciones respiratorias en la infancia. En el año 2011, Asma y EPOC fueron responsables
del fallecimiento de más de 3000 personas con una tasa de fallecimiento de 17,4 /100.000 habitantes.
Se suma a ello la evidente disminución de la mortalidad por causas infecciosas respiratorias asociada
a un aumento de la disponibilidad de vacunas para adultos ( influenza y pneumocócica) y de las me-
didas destinadas a mejorar la atención de las NAC, asegurando el acceso normado a antibióticos en
Servicios de Urgencia y la mayor disponibilidad de camas hospitalarias, de preferencia para el adulto
mayor impulsadas por los programas de enfermedades respiratorias. Sin embargo, aún tenemos más
de 80.000 egresos hospitalarios de adultos por patologías respiratorias
Actualmente en nuestro país poseemos en el nivel de atención primario de atención (Programa ERA)
cerca de 200.000 pacientes adultos portadores de afecciones respiratorias crónicas en control periódico
y con acceso asegurado a terapia farmacológica , medidas preventivas e incipientemente a actividades
de rehabilitación. Es conocido que su buen manejo posee un importante impacto en la reducción del
requerimiento de recursos sanitarios complejos y en la mejoría de la calidad de vida de quienes los
padecen y de sus grupos familiares.
editorial
Rev Chil Enferm Respir 2016; 32: 215-216